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Voto de The Motorcycle Boy:
8
Thriller. Drama El día en que Juan (Alberto Ammann) empieza a trabajar en su nuevo destino como funcionario de prisiones, se ve atrapado en un motín carcelario. Decide entonces hacerse pasar por un preso más para salvar su vida y para poner fin a la revuelta, encabezada por el temible Malamadre (Luis Tosar). Lo que ignora es que el destino le ha preparado una encerrona. (FILMAFFINITY)
17 de noviembre de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juan es el perfecto “ciudadano medio”. Tiene novia, es feliz con ella, y ambos esperan un hijo al que dar el mejor de los hogares. Por eso, ha encontrado empleo como funcionario. Malamadre, en cambio, es la compañía ideal para el peor de tus enemigos. Él recuerda la vida en base a sus anécdotas entre juzgados, fugas, asesinatos y prisiones. Ambos se toparán frente a frente en la prisión. Juan, nuevo en el trabajo, quedará encerrado en medio de un motín liderado por Malamadre. Ahora, deberá tratar de fingir que es uno más. Deberá tratar de sobrevivir en medio de tanta escoria.

De sobrevivir. De eso nos habla, a fin de cuentas, Daniel Monzón con este drama carcelario. La supervivencia de un chico que está en un mundo totalmente opuesto al suyo. La supervivencia de Malamadre y su séquito. Porque como a Juán, el espectador los coge con recelo. Con miedo y cautela. Pero a medida que avanza el film, la solidaridad y la camaradería aparece. La bondad y la maldad comienzan a ser muy relativas. Uno se pregunta hasta que punto lo merecen. Uno deja de llamarse Juan y lo cambia por Calzones. Hasta que punto merecen esa vida llena de vejaciones, intimidaciones y maltratos. Esa vida de la que tratan de sobrevivir, de escapar, de ajusticiar a través de motínes, cuando no de tajarse las venas o de traicionar al compañero.

Celda 211 se da un paseo doloroso por los más bajos fondos del sistema. Nos retrata la derrota y el fracaso. Y, principalmente, el olvido que ello conlleva. Porque seamos sinceros, ¿quién movería un dedo por aumentar el bienestar de un asesino? ¿a quién le importa lo que en su mundo, el de las prisiones, ocurra? Monzón remueve conciencias. Y esto no es Guantánamo. Es Zamora, aquí al lado.
The Motorcycle Boy
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