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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Pomelo:
9
Comedia Narra la historia real de la producción de la película 'The Room', que ha sido considerada como “una de las peores películas de la historia". Dirigida en 2003 por Tommy Wiseau, 'The Room' se ha estado proyectando en salas -completamente llenas- por toda Norteamérica desde hace más de una década. 'The Disaster Artist' es una comedia sobre dos inadaptados en busca de un sueño. Cuando el mundo los rechaza, deciden hacer su propia película, ... [+]
1 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mejores películas de 2017 es The Disaster Artist, un filme de James Franco que repone la vida y obra de un tal Tommy Wiseau, un excéntrico “realizador cinematográfico” obsesionado con James Dean, de quien no se cuentan con demasiados datos biográficos: dice haber nacido y crecido en New Orleans (aunque su balbuceado acento sea de Kansas o Texas), pero también se rumorea que nació en Poznan, Polonia, en 1968 ó 1969 (y no tenga vergüenza en comportarse como un veinteañero a sus treinta y largos), no lo sabemos. A su vez, Wiseau se jacta de tener un grado (con honores) en psicología, o ser un experto en Shakesperare, aunque nada esto se pueda comprobar. Tal es el misterio que el propio Wiseau teje sobre su propia figura. En 2003 produce su primer largometraje de manera autofinanciada, con guión propio y protagonizada por él mismo, la surrealista, bizarra, absurda, sin sentido, incoherente y penosa The Room. Y es sobre la figura de Wiseau, y principalmente sobre dicho infame filme, que Franco construye un relato biográfico, basado en las memorias de quien fuera compañero de andanzas durante años, Greg Sestero (The Disaster Artist: My Life Inside The Room, the Greatest Bad Movie Ever Made).
Protagonizada por el propio Franco, la película trae a la memoria a Ed Wood (Tim Burton), siendo Wiseau un personaje tan excéntrico como Wood, y The Room una obra casi tan ridícula y sin sentido artístico como Plan 9 from outer space: ambos filmes despiertan un interés que tiene más que ver con el culto a la chatarra fílmica y al gusto por lo kitsch y lo bizarro que por lo meramente cinematográfico.
Vale la pena por sí solo adentrarse en el personaje de Wiseau por un lado, y en la realización y condiciones de producción (insólitas) de The Room por otro, además de hacerse un divertido y ácido recorrido por las estúpidas reglas de funcionamiento de la industria cinematográfica hollywoodense. Y, por qué no, en el camino, terminar adorando a Tommy Wiseau.
Pomelo
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