No es que Richard Gere sea el rey de Holliwood, ni jamás lo ha sido, pero si una estrella, aunque nunca reconocido como buen actor, un tipo guapo que cae bien, que gusta a las mujeres y no desagrada demasiado a los hombres. A mí particularmente siempre me agradó. Podría citar cuatro o cinco muy buenas películas en las que participó y en las que no estaba nada mal. Diane Lane es ciertamente una señora estupenda, con 37 años que tenía cuando rodo Infiel (aún era joven) su físico podría causar envidia a la mayoría de las veinteañeras. Demuestra entrar en la madurez de forma esplendida. De todas maneras lo mejor de su carrera había sucedido hacia bastantes años, cuando parecía que se encaminaba a la cumbre, lástima que se quedó en el camino, belleza y atractivo no le faltan. Si tal vez algo más de suerte y también de talento, no ya para interpretar, pero si para seleccionar sus papeles.
Adrian Lyne no pasa de ser un director mediocre, entre su escasa filmografía no me siento capaz de encontrar un film sobresaliente, ni notable, casi ni aprobado y aquí no creo ni que alcance ni siquiera esa categoría. Una película que juega a melodrama ramplón y tópico se convierte de pronto en un thriller de lo más soso, inverosímil, falto de imaginación, que además cierra con un final a tono con el resto.
Es una película para la taquilla, dos estrellas venidas a menos, pero aun con gancho, con Olivier Martínez poniendo el contrapunto exótico, el latino joven bohemio y atractivo, del cual es sencillo engancharse. Por no gustar ni me gusta el actor que interpreta al hijo, que vale, el niño seguro que será un ser humano estupendo, pero nadie nos creemos que pueda ser hijo de dos casi o sin casi sex-simbols de la gran pantalla. No sé si consiguió el objetivo de recaudar un buen montón de dólares, si lo hizo lo lamento porque los méritos que acumula son tan escasos, que casi no merecía ni su estreno. Lo único que la salva un poco es el glamur de sus protagonistas, sobretodo la Lane, que firma una muy buena interpretación (y ya es difícil con algunas de las cosas que le hacen hacer) y que desprende un poderoso atractivo.