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Comedia. Fantástico
Dios Padre decide enviar a otro Hijo a la Tierra para salvar a la humanidad. Pero Jesucristo no está de acuerdo, pues entonces habría que reescribir la historia. Sin embargo, el principal problema es que en el mundo apenas hay mujeres vírgenes, y las que cumplen el requisito no se dejan convencer por el arcángel San Gabriel. (FILMAFFINITY)
26 de diciembre de 2007
26 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuerda vuelve a su universo surrealista para plasmar el Reino de los Cielos tal y como se lo imagina él en la realidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
No duda en saltarse los mandamientos “No reproducirás a Dios” personificándolo como ningún otro actor lo hubiera hecho en el mundo entero, el desgraciada y recientemente fallecido Fernando Fernán-Gómez. El papel lo clava, y no sólo él. Jesús Bonilla hace de un Jesucristo humilde y tolerante, tal y como lo describe la Biblia, Enrique San Francisco encarna a San Gabriel de un modo pasivo y aletargado y Francisco Rabal a San Pedro, encargado de dejar pasar al Cielo a todo aquel que ha sido bueno en vida. Éste último, vestido de guardia civil(como no) recibe a Luís Matacanes (Luís Ciges) porque han preparado el Apocalipsis en la tierra para dar un escarmiento a la humanidad y hacerle ver que, en realidad, Dios existe.
Quienes salen escarmentados son los propios discípulos de Dios, que vuelven de la tierra machacados porque allí, según dicen, “tienen unas armas muy sofisticadas y una preparación que hasta se han reído de nuestras espadas. Y los cálices, nos los han robado”. Esto resigna a Dios a que la humanidad ya le ha negado casi por completo por gente como los curas, que se inventan cómo se hizo la tierra y que luego llegaban los científicos, les echaban por tierra todas sus teorías y lo dejaban a “caer de un burro”. En esta obra Dios mismo comienza a leer a Nietzsche y dice que de él que es muy inteligente, que parece que escriba a gritos y que si no fuera porque es una idea bastante retorcida, se haría ateo.
Quienes salen escarmentados son los propios discípulos de Dios, que vuelven de la tierra machacados porque allí, según dicen, “tienen unas armas muy sofisticadas y una preparación que hasta se han reído de nuestras espadas. Y los cálices, nos los han robado”. Esto resigna a Dios a que la humanidad ya le ha negado casi por completo por gente como los curas, que se inventan cómo se hizo la tierra y que luego llegaban los científicos, les echaban por tierra todas sus teorías y lo dejaban a “caer de un burro”. En esta obra Dios mismo comienza a leer a Nietzsche y dice que de él que es muy inteligente, que parece que escriba a gritos y que si no fuera porque es una idea bastante retorcida, se haría ateo.