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España España · Madrid
Voto de GVD:
4
Drama Relato en tono semidocumental sobre la vida durante el cambio de siglo (XIX-XX) de los campesinos bergamascos (Lombardía), que llevan una vida dura y sacrificada, pero llena de gran dignidad. La ambientación es solemne y serena como la música de Bach que le sirve de fondo. Obtuvo excelentes críticas. (FILMAFFINITY)
3 de abril de 2008
30 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
No encuentro nada de malo, al contrario, en que nos muestren la vida de los campesinos italianos a principio de siglo, con un amplio espectro que engloba el peso constante de la religión, sus tareas, sus formas de pasar el rato, sus dificultades, etc. Me parecería curioso e interesante de no ser porque dura tres soporíferas horas.

Porque al comprobar que tras una hora y pico no ocurre nada a nivel argumental y lo único que me ofrece "El árbol de los zuecos" es la descripción de la vida de esta gente, mis párpados comienzan a sufrir las consecuencias de tener que tragarse este documental de tres horas disfrazado de relato (y menos mal que no aparece el narrador de los documentales de la 2, porque entonces me quedo frito a los cinco minutos, esa voz gana al somnífero más potente).

Debajo del eterno metraje de este hermoso plomo creo que late una crónica sobre el sometimiento de esta pobre gente por esos pijos que escuchan en su finca con su té al hijo repipi tocar el piano. Pero vamos, que esto de la familia rica es un detallito que aparece en cuestión de tres minutos, a lo mejor se trata sólo de la descripción de los "vecinos" de los campesinos. Total, puestos a describir, donde caben 2, caben 3.

En ningún momento me encariño de los personajes, me da igual lo que les pase (y no es que les pase gran cosa), no encuentro nada que tenga el menor encanto salvo contadas anécdotas (la del burro y la moneda), con lo cual si una peli dura tres horas sin desarrollo alguno excepto el de mi sueño, pues nos encontramos, indudablemente, ante un señor coñazo.

Si quiero ver ambientes campestres y muchos rezos, antes me voy a mi pueblo en semana santa.

Y para terminar, como pequeñísimo homenaje al gran Azcona, introduzco una frase suya que viene al pelo:

"Hablo de la realidad. Y como la realidad a palo seco no es nada, le doy una pequeña vuelta de tuerca, la distorsiono un poco. Un escritor ve la realidad y luego exagera."

Pues eso, Olmi se quedó en retratar la realidad, pero se le olvidó la vuelta de tuerca para transformarla en esa cosa del arte de la ficción que hace que me emocione, que me involucre en la historia, que no me entre sueño. En esto último fracasó estrepitosamente.
GVD
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