"Asesinato en el Orient Express" se salva gracias a su lujoso elenco internacional de actores y actrices renombrados. Es lo único destacable, pues la trama está bastante mal dirigida. La película podría comenzar perfectamente en la estación de Estambul, ahorrándonos diez minutos fútiles (salvo por la importancia del caso Armstrong, como se demuestra después). Además, al espectador le resulta muy difícil tratar de resolver el misterio si los sospechosos no están lo suficientemente bien perfilados (se nos presentan, pero hay muchos, con nombres muy distintos, de gran importancia, y sin apenas conocer detalles de sus vidas, como por ejemplo con el personaje de Lauren Bacall, la cual sólo tiene esa fama de no callar).
Para colmo, prefiero a Peter Ustinov para el papel de Hercules Poirot. Albert Finney interpreta al detective con demasiado humor e incluso encogido, pareciendo que tiene una lesión de espalda (y con esa pinta me recordó al gordo repugnante de "El sentido de la vida" (Monty Python). Ustinov lo mejora mucho en ese aspecto