No es la típica historia de amor, es una película sobre el amor de pareja en sí mismo, dos lados del mismo: el del personaje que de entrada dice que no existe (él) y el del personaje que dice que sí. Ambos, cada uno en un nivel distinto de intelectualidad, son capaces de hacer su propio tratado sobre el mismo. Y ambos válidos, por supuesto. El, aburrido, triste, taciturno, apagado y con tanta llama como un mechero sin gasolina llega a la ciudad y por no aburrirse liga con chica guapa y dicharachera que a pesar de no haber leído un libro de filosofía en toda su vida tiene la suficiente inteligencia y desparpajo como para atreverse a medirse, y ganar, al intelectual parisino que cree que descendió varios niveles al irse a una ciudad pequeña. Ella es una mujer vital cuya filosofía es disfrutar de la vida y tambien del amor, por qué no; y él es un teórico que de tanto filosofar se olvida de vivir. Y claro, también de amar. Porque no se atreve a hacerlo. Y ella sí se atreve. Y esa es la historia de esta película
La conclusión a la que llegué yo es que la ciudad es pequeña para ambos.