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México México · Oaxaca de Juárez
Voto de Josué Cinéfago:
9
Drama. Fantástico. Terror Con las palabras "si lloras, te mato" resonando aún en sus oídos, Alma y sus hijos fueron asesinados en el conflicto armado de Guatemala. Treinta años después, se abre una causa penal contra Enrique Monteverde, un general retirado que estuvo al frente del genocidio. Pero el juicio donde es condenado es declarado nulo y él es absuelto. Entonces, el espíritu de "La Llorona" se libera para vagar por el mundo como un alma perdida entre los ... [+]
17 de marzo de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
-"El pasado te perseguirá". Un fantasma recorre América Latina: el fantasma de las dictaduras (militares), y la Madre Patria llora desconsolada por sus hijas e hijos ultrajados, torturados, masacrados, desparecidos; y sólo unos cuantos la escuchan, y otros tantos la ignoran, la creen un mito, una falacia. 'La Llorona' (2019), tercer largometraje del guatemalteco Jayro Bustamante (director, guionista, productor, editor) con el que cierra su 'Trilogía del Desprecio', sincretisa el mito de la Llorona con el caso genocida de Efraín Ríos Montt, llamado Enrique Monteverde en este filme, logrando mezclar toda la atmósfera tenebrosa del genero de suspenso rayando en terror, con la denuncia social que da lugar a la memoria y testimonio de las víctimas.

El punto de vista de la historia es desde el interior de la familia Monteverde: blanca, católica, con servidumbre indígena, protegida, 'educada'; donde el patriarca cada vez más senil y con estrés postraumático, comienza a desquebrajar la fachada de 'familia bien' ante los ojos de una hija y nieta que cada vez descubren la verdad sobre su padre-abuelo, y sobre los fantasmas que lo persiguen, corporeizados en el personaje de Alma (compartiendo con Natalia, la hija del general, una ausencia en común); nombre nada gratuito pues como alma en pena, creará una atmósfera inquietante al interior de la casa que en realidad son producto de los demonios internos de general Monteverde.

Demonios que lejos de exorcizarse, trastocan cada vez más la hasta entonces tranquilidad de la casa volviendo del hogar un lugar intranquilo, pesadillezco (gracias a un excelente trabajo de iluminación y diseño sonoro), proclive a la tentación donde un uniforme ceñido exuda los instintos más básicos, o donde un charco de agua altera los nervios de un exgeneral incapaz ya de discernir entre los peligros reales y los imaginarios. Una familia mermada por los reclamos de un pueblo asesinado (perdone las molestias que este genocidio le ocasionan), y que en su desesperación olvida su vena católica para pedir a los rezos prehispánicos un poco de ayuda.

Mención especial la presencia de Rigoberta Menchú como soporte moral de la cinta, en la escena del juicio donde una de las víctimas (especie de alter-ego) da testimonio de la afrenta y abusos de los que la misma Menchú y su pueblo fue objeto por parte del ejercito guatemalteco. Gesto simbólico que hacen del cine de Jayro Bustamante un arte filosamente comprometido, para no olvidar, y que junto a sus otras dos cintas, Ixcanul (2015) y Temblores (2019), invitan a no errar en el desprecio a lo marginado, a lo diverso, a lo diferente, donde lo humano se debería sobreponer a lo ideológico, religioso o económico. Master piece.
Josué Cinéfago
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