Mira que odio a Owen Wilson. Ya lo siento por el hombre, que a lo peor es majísimo y yo lo he crucificado por su cara y esa retahíla de títulos en los que, a mi entender, hace puramente de gili. Pero en esta película hace un papel digno. Sin payasadas. Sin sobreactuar en absoluto. Muy correcto en lo que el papel pide.
Si bien es cierto que existen algunas escenas, afortunadamente muy pocas, un tanto excesivas y que le dan un toque fantasioso, la película se desarrolla en un marco por desgracia bastante creíble en este loco mundo en que vivimos. Y lo más importante y remarcable es que, a diferencia de la mayoría de las realizaciones modernas, te mantiene pegado a la silla (o a la butaca) desde prácticamente el principio hasta la penúltima escena.
En algún instante emotiva, sin ser para nada lacrimógena, aunque, como no, algo americanoide. De esperar siempre en este tipo de filmes. Pierce Brosnan supercorrecto en un registro poco visto en él.

Entretenida.