Llegada la edad en que se deja atrás la madurez, normalmente la gente hace balance de sus vidas. Otros tratan de mirar hacia adelante con un brío casi antinatural, rayando la obsesión insana. Otros la contemplan de un modo plácido; sin recrearse en los buenos momentos ya vividos o rebozarse en la ponzoña de los fantasmas del pasado.
Creo detectar todos estos puntos de vista, o quizás me equivoque al hacerlo, pero esta cinta muestra de un modo delicado qué implica el paso de los años, afectando la reflexión con tintes dramáticos y tragicómicos de tal modo que nos permite seguir una cuidada trama hasta el final, a la vez que nos da tiempo para asimilar nuestras propias reflexiones.
Keitel, genial. Weisz, correcta. Caine fantástico, con una capacidad de emocionar a la audiencia tan lúcida como su personaje.
Mayores errores: el doble de un famoso personaje que aparece en la película para no aportar absolutamente nada y el cartel promocional que desvía demasiado la atención sobre el núcleo, tanto argumental como formal, de la misma.