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Voto de Joan Ramirez:
9
18 de noviembre de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién no ha visto a Ernest Borgnine haciendo de secundario en docenas de películas? No todos sabíamos su nombre y, menos aún, el modo correcto de pronunciar su apellido. Aquí lo tenemos en uno de sus primeros trabajos, haciendo de protagonista, probablemente el papel de su vida. Yo ya no quiero que Ernest Borgnine sea otro. Quiero que Marty sea eterno, y la próxima vez que vea al actor en otro papel, voy a pensar que se trata de una profunda perversion. Si ves la pelicula y conectas con ella te pasará lo mismo.
Marty está soltero. Tiene 35 años y se ve ya muy mayor. Recibe una presión constante de su entorno para que se case. Es empleado de una carnicería. Él ve su trabajo como algo dignísimo, pero es consciente de que, socialmente, su posición no es rutilante. Y a Marty las chicas no le hacen mucho caso. Le ven feo.
No hace falta contar más. És una película que trata el tema de la autoestima, de la acceptación de uno mismo a partir de sus valores profundos más allá de la banal apariencia. Veremos varios ejemplos de chantajes emocionales, la presión de amigos y familiares para cortarnos las alas y que no les abandonemos. Habrá también pinceladas de mezquindad, y en su pandilla veremos hombres aburridos que no sabrán complicarse la vida a tiempo cuando el propio aburrimiento es una complicación mayor.
Dice Marty: "Mi padre era un hombre feísimo, pero siempre tuvo buen humor y fue una buena persona. Eso nos hizo felices". No es que la frase sea un crisol de original sabiduría, pero unida a la amabilidad de la trama y a la intensísima interpretación de Borgnine, me ayuda a pensar en cuán importante es que el arbolito crezca recto y firme para cuando lleguen los huracanes de la vida.
Cine moralista de los 50, sí, pero extraordinariamente amable, sincero, bien urdido y mejor interpretado. No se la pierdan. Les mejorará el humor.
Marty está soltero. Tiene 35 años y se ve ya muy mayor. Recibe una presión constante de su entorno para que se case. Es empleado de una carnicería. Él ve su trabajo como algo dignísimo, pero es consciente de que, socialmente, su posición no es rutilante. Y a Marty las chicas no le hacen mucho caso. Le ven feo.
No hace falta contar más. És una película que trata el tema de la autoestima, de la acceptación de uno mismo a partir de sus valores profundos más allá de la banal apariencia. Veremos varios ejemplos de chantajes emocionales, la presión de amigos y familiares para cortarnos las alas y que no les abandonemos. Habrá también pinceladas de mezquindad, y en su pandilla veremos hombres aburridos que no sabrán complicarse la vida a tiempo cuando el propio aburrimiento es una complicación mayor.
Dice Marty: "Mi padre era un hombre feísimo, pero siempre tuvo buen humor y fue una buena persona. Eso nos hizo felices". No es que la frase sea un crisol de original sabiduría, pero unida a la amabilidad de la trama y a la intensísima interpretación de Borgnine, me ayuda a pensar en cuán importante es que el arbolito crezca recto y firme para cuando lleguen los huracanes de la vida.
Cine moralista de los 50, sí, pero extraordinariamente amable, sincero, bien urdido y mejor interpretado. No se la pierdan. Les mejorará el humor.