Como si basándose en el éxito de la primera, se hubiesen apurado por tener una secuela lista lo antes posible sin pensárselo dos veces. Si bien los chistes tampoco eran especialmente elaborados en la original, en esta secuela sencillamente parecen los primeros que se les vinieron a la cabeza. Los nuevos personajes y actores no logran causar la misma gracia, ni cuando copian lo hecho antes ni cuando innovan.

Encima esta película no tiene una narrativa tan clara que "la lleve hacia adelante" como la anterior, con la parodia a "Scream" y el asesino en serie desconocido. Los gags así, se terminan haciendo algo cansinos para mí gusto.

En medio de todo este fallido proyecto, sí se puede destacar el increíblemente gracioso personaje interpretado por el genial David Cross, que es por escándalo el punto de luz de la película y única (pero lamentablemente escasa debido a no tener tanto tiempo en pantalla) razón para verla.