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España España · Valladolid
Voto de Alberto Monje:
6
Drama Para Jack, un niño de cinco años, la habitación es el mundo entero, el lugar donde nació, donde come, juega y aprende con su madre. Por la noche, mamá lo pone a dormir en el armario, por si viene el viejo Nick. La habitación es el hogar de Jack, mientras que para su madre es el cubículo donde lleva siete años encerrada, secuestrada desde los diecinueve años. Con gran tesón e ingenio, la joven ha creado en ese reducido espacio una vida ... [+]
21 de febrero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Han sido varios los títulos que en los últimos años pretendían narrar una historia desde un único habitáculo. Éstas han sido propuestas de lo más diversas: la violenta Saw (2004) jugaba con la angustia desde la desorientación y la sangre; Buried (2010) llevaba la claustrofobia al extremo metiendo a su personaje en una tumba de la que no salía (ni él, ni el film) en ningún momento. La Habitación es una propuesta totalmente diferente. La producción irlandesa es un drama familiar de dos protagonistas, donde el primero (la madre) será la fuente de angustia del film y el segundo (el hijo) será su única fuente de esperanza.
Jack (Jacob Tremblay) lleva toda su vida encerrado en una habitación con su madre. El niño de cinco años no conoce otra cosa que lo que encuentra dentro esas cuatro paredes. Su madre (Brie Larson) se ha inventado un pequeño mundo para que el pequeño no se sienta angustiado como ella. Todas las mañanas, Jack da los buenos días a los objetos de la habitación como si fueran personas; después, madre e hijo se bañan juntos; más adelante cocinan y comen y, por la noche, Jack tiene que dormir en el armario porque el viejo Nick viene a ver a mamá y no lo puede ver.
La película está dividida en dos mitades muy bien diferenciadas. La primera mitad de la película es puro cine. En ella, Lenny Abrahamsson, el director, despliega todas sus capacidades narrativas y realiza una experiencia asfixiante, pero cinematográficamente apasionante. Aquí es donde podemos disfrutar en todo su esplendor de los dos principales tesoros de la película: Jacob Tremblay y Brie Larson. Esta última, en el rol de Ma, consigue llevar la película sobre sus hombros. La actriz cubre toda su interpretación sobre un velo de angustia. Sin embargo, esta angustia no la exterioriza en ningún momento, sino que la lleva por dentro. Esto le lleva a mantener durante todo el metraje esa sonrisa llena de acidez. Sin duda, Ma, es un personaje fuerte, cuya única razón de ser es su hijo Jack, gracias al cual no ha entrado en un estado de locura. El gran descubrimiento del film ha sido precisamente Jacob Tremblay, que interpreta al joven. Es difícil pensar que un niño de nueve años sea capaz de dotar a este personaje de la fuerza de la que lo dota. Jack es un niño inocente, feliz en su mundo de cuatro metros cuadrados. A la hora de descubrir el mundo real, tendrá que aceptar poco a poco que eso que veía en su pequeña televisión eran cosas de verdad. Jack es la luz de la película, lo único que mueve a Ma a hacer lo que hace y la única fuente de esperanza que tiene el espectador en la historia. Pese a que, al final, Larson sea la que más premios y distinciones haya acaparado, el verdadero motor de La habitación es el pequeño Tremblay. Se avecina un actor imparable.
En la segunda mitad, el conjunto decae. Sin duda, es más costumbrista que la primera y se podía caer en el drama familiar más fácilmente. Además, el paso de una parte a otra es demasiado abrupto. No hay transición. Los personajes pasan de estar encerrados a ser libres en cuestión de segundos. No se desarrolla la idea de que siguen psíquicamente encerrados en la habitación. El director da más importancia de la necesaria a los secundarios, alejando la trama (tanto externa como interna) de los protagonistas, perdiendo la película la frescura inicial. Si en la primera mitad el protagonista era el niño y el film narraba el mundo como él lo ve, en la segunda esta mirada es coral. El director se pone en la piel de todos los personajes, quitando inocencia al conjunto.
Ya solo queda imaginarnos cómo una apuesta más arriesgada podría haber mejorado la segunda mitad del film. Intentar mantener la mirada del niño o no interesarse tanto por los secundarios habrían sido dos grandes propuestas para que La Habitación fuera una película redonda. Aun así, que nada eclipse la perfección de su primera mitad: maravillosa, pero sobrecogedora. Eso sí, pese al extraordinario trabajo del director, el mérito de su éxito reside en dos deslumbrantes interpretaciones: la de Brie Larson y, sobre todo, la de Jacob Tremblay.
Alberto Monje
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