Un héroe singular - Petit paysan

Existe en esta película algo singular, como el héroe protagonista, que la distingue de otras -pocas desafortunadamente- filmadas en la paz rural de los verdes campos de Francia. Y una de estas singularidades se advierte en el arranque mismo de la cinta con una sobresaliente escena de gran potencia visual que más bien parece obra de un genial y experimentado director de cine. Pero resulta -y esta supondría otra singularidad no menos sorprendente-, que la autoría de este admirable comienzo corresponde a un joven director francés, Hubert Charuel, debutante en esta compleja y fascinante disciplina que es el cine.
Así pues, aunque un buen inicio no suponga necesariamente que la historia que vamos a ver se desarrolle y finalice con el misma fortuna, sí es un buen augurio y, en este caso, con la película de Charuel, de la que también es coguionista, la máxima se cumple.
La interpretación del actor francés Swann Arlaud, metido en la piel del joven ganadero Pierre, es sencillamente memorable y por la que pasado año mereció el premio César de la Academia Francesa a la mejor actuación. Pierre es un pequeño ganadero que posee algo más de una docena de vacas lecheras. Vive en la granja familiar con sus padres a los que la edad ha obligado a delegar en su hijo las labores cotidianas. Pierre ama su trabajo y a sus animales a los que trata con un cuidado exquisito. Al grado de que su vida gira exclusivamente alrededor de sus ocupaciones de forma peligrosamente obsesiva. Pero una desafortunada circunstancia pondrá en peligro el futuro de esta pequeña propiedad y con ella la frágil estabilidad emocional de Pierre. En su enfermiza obcecación por salvar la granja, tomará decisiones que no harán sino complicar su ya atribulada situación.
Charuel, en un crescendo perfectamente hilvanado, nos hace sentir la angustiosa deriva de Pierre al extremo de vernos envueltos en su agobiante desesperación. Sufrimos su desmedida ansiedad y nos hacemos cómplices de sus padecimientos. Nuestro director exhibe una encomiable contención, virtud poco común en un director nobel, sin caer en ningún momento en lastimosos sentimentalismos para ganarse el favor de un público propenso a este tipo de manipulaciones.
Finalmente, “Un héroe singular” es una sencilla pero muy emotiva película, estupendamente planteada en su desarrollo, hecha con el corazón y en un escenario en los que el cine no acostumbra a incursionar demasiado. Y eso, para este humilde cronista, supone un lamentable descuido.

Emilio Castelló Barreneche