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España España · Barcelona
Voto de Rómulo:
8
Thriller Salem ya no es el de los juicios por brujería. De hecho, el Salem de los smartphones es mucho peor. El hackeo y la publicación de buena parte de la información íntima de sus ciudadanos hará que la gente de Salem pierda los papeles, desencadenando una ola de violencia que termina arrastrando a cuatro chicas, acusadas de estar detrás de este hurto cibernético y perseguidas como si fuesen brujas de nuestros tiempos. (FILMAFFINITY)
24 de junio de 2019
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nación salvaje - Assassination Nation

Si en alguna ocasión tuviera que calificar una película de auténtica pesadilla, probablemente sería ésta. “Nación salvaje” es el reflejo, intencionadamente hiperbólico, pero factible, de la bestialidad del ser humano cuando la desdichada concatenación de una serie de circunstancias favorecen la posiblilidad de despertar sus instintos más irracionales. En este sentido me recuerda a la “Jauría humana”, aquella formidable película que filmó Arthur Penn hace ahora más de medio siglo y que protagonizó Marlon Brando acompañado de un excelente grupo de actores. Porque aunque, aquella y ésta se sitúen en un tiempo y contextos distintos, poco o nada ha cambiado en nuestra naturaleza.
Cuando Arthur Miller estrenó “Las brujas de Salem” a mediados del pasado siglo, basado en los juicios a unas mujeres sucedidos en el s. XVII en el pueblo de Salem del Estado de Massachusetts, no exitían smartphones ni ordenadores capaces de cargar imágenes, distribuirlas y comunicarnos en una fracción de segundo con el mundo que nos rodea, pero las similitudes son tan evidentes que no es casual que Sam Levinson, el director y guionista de esta espeluznante película, haya elegido Salem como el escenario de su narración.
Cuatro jovencitas adolescentes de clase media acomodada, desinhibidas, pelín procaces y con las hormonas en permanente estado de ebullición, se convertirán en las nuevas brujas de Salem del s. XXI. por mor de la indiscreción de un irresponsable mozalbete. Así pues el detonante ha sido activado. A partir de ahí la catástrofe que se avecina está servida y poco a poco se hará patente hasta adquirir tintes dramáticos que habrán de desembocar en un desenlace tan brutal como inesperado aunque Levinson, sabia y astutamente, le dé un giro disparatado y tragicómico a la parte final de su historia.
Cuando en la última escena los padres del mequetrefe, autor del desaguisado, le preguntan el porqué de su insensata acción, responde: “No sé, por echar unas risas.” Y tal vez, en la breve y trivial respuesta del bobalicón de marras, estén contenidos muchos de los males que afectan a una sociedad hipócrita, idiotizada y canalla.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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