Después de haber visto Freaks de Tod Browning reconozco que el impacto visual de El hombre elefante de David Lynch se amortigua bastante. La interpretación “real” de la película de Browning supera claramente cualquier otra interpretación sustentada por maquillajes y efectos especiales, por muy lograda y conseguida que esté.

Pero, dicho esto, el trabajo realizado por David Lynch sobre la existencia tan dura como cierta de John Merrick, es auténticamente magistral. Una maestría tanto en el aspecto puramente cinematográfico como en el retrato sociológico de la Inglaterra victoriana y decimonónica. Retrato en blanco y negro porque es únicamente en extremos claroscuros donde puede desenvolverse una historia como ésta. El bien y el mal claramente diferenciados y claramente contrapuestos.

Hablando de sociedad victoriana, una de las secuencias más geniales y logradas es la reunión del Consejo de Gobierno del Hospital con la Princesa de Gales Alexandra leyendo una carta de la Reina Victoria. Dentro de un contexto en el que cada escena y cada fotograma zarandean nuestra sensibilidad y nos obligan a cuestionarnos quienes son los auténticos monstruos, resaltar una escena como ésta es un reconocimiento a David Lynch y a su trabajo, fantásticamente subrayado por una pléyade de actores, auténticos galácticos, de los de verdad, que desde las sombras de la Estatua de la libertad ó desde el Hollywood más estadounidense consiguen transmitirnos el ambiente londinense más genuino. Y así nos descubrimos ante Anthony Hopkins, John Hurt, John Gielgud, Anne Bancroft y los demás, menos conocidos pero absolutamente inolvidables.

8 Nominaciones a los Oscar. 0 conseguidos. Y además ni siquiera nominado Freddie Francis por la fotografía ¿Ustedes lo entienden? Me gustaría que alguien me lo explicase.

Finalizo con este detalle: Las lágrimas de Hopkins me parecieron de las más auténticas de la historia del cine.