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España España · Madrid
Voto de Andarrio:
7
Drama La familia Solé lleva varias generaciones cultivando una gran extensión de melocotoneros en Alcarràs, una pequeña localidad rural de Cataluña. Pero este verano puede que sea su última cosecha: la fruta ya no renta y los paneles solares están sustituyendo a los árboles.
12 de noviembre de 2022
10 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Termina el film, salen los títulos de crédito y no sé bien como expresar mis sensaciones. Por un lado, admiro lo que acabo de ver, soy consciente de que no es fácil rodar así, contar de este modo. Por otro, pienso que no acabo de sentir la historia, no me acaba de conmover, siendo verdad que me identifico con la familia protagonista, sus problemas y vivencias, no terminan por emocionarme. Además, en mi caso, tengo bastante trato con el mundo rural, cuasi convivo en él, lo narrado tampoco me suena a nuevo o desconocido.
Intuyo que a Carla Simón le encanta cierto cine francés y también aquel posterior influido por este. Me refiero a todo aquel que gira en torno a la "Nouvelle Vague" y, dentro esta corriente, aquel del "Cinéma Vérité" y su posterior revisión anglosajona del "Free Cinema" , directores@ como Ken Loach, Erich Rohmer, Agnes Varda, Tony Richarson....etc.
Al igual que los anteriores realizadores, Simón acerca mucho la cámara a los actores para aproximarnos a sus vivencias, a la vez que continuamente la aleja para mostrarnos el entorno, el mundo, donde estás suceden.
Cuando el director se plantea hacer este cine de proximidad y casi siempre de denuncia, o bien centra su historia en un único personaje, el rebelde contra la sociedad, o bien lo centra en un conjunto, el grupo o pequeño grupo, como es el caso, contra el injusto mundo que les rodea. De nuevo la directora lo consigue de forma extraordinaria al enfocar la mirada a través de los ojos de distintas generaciones, abuelo, padres y tíos e hijos, donde, dentro de los últimos, a su vez, separa al hijo mayor de su hermana más adolescente de su hermana más pequeña aún. Son todas estas miradas cruzadas las que componen el universo que observamos, cada una desde una interpretación de la cotidianidad y la realidad distintas, pero, al final, todas unidas por el lazo familiar.
Estamos acostumbrados a que toda narración tenga comienzo o introducción, desarrollo o nudo, desenlace o final. En este caso nos llevamos una sorpresa, desde el comienzo se nos dice el final y desde el comienzo vemos la personalidad de cada uno, es su vivir día a día lo que se nos mostrará y, aquí, quizás radique el fallo de la película, lo que desde mi punto de vista no la hace ser tan redonda.
Estudie una carrera de ciencias sociales, antropología, he visto muchos documentales que me recordaban al film de Simón. El antropólogo filmando la vida de una familia indígena, una etnia concreta, de una profesión determinada, etc. Películas donde te enteras e identificas con el problema o los problemas de la tribu, la etnia, la familia, el grupo, donde se "humaniza" su vivir, pero que, desde el punto de vista emocional, se muestran frías.
La tensión por la que están pasando los protagonistas de Alcarràs, no acaba de materializarse, no acaba de estallar, la pasividad ante lo que les pasa, la inevitabilidad y la sensación de que nada pueden hacer, aún siendo verdad, tal y como está contado, no acaba de lograr del todo el implicarme y mostrar mi indignación. Esta está ahí, tengo empatía ante lo que veo, pero ante lo que se me muestra espero una indignación mayor o que, el peso de la resignación haga más daño, pues es tal lo que está en juego, el futuro de los protagonistas.
Buena película, muy bien dirigida, pero que, quizás por pretender ser demasiado "real", sobrevolando la directora por la situación, a veces dando la sensación de lo que se ve es un documental, no acaba de implicar al espectador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Andarrio
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