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España España · O Porriño
Voto de Sotelino:
7
Drama Argelia, años 90. Nedjma, de 18 años, estudiante alojada en la ciudad universitaria de Argel, sueña con convertirse en estilista y se niega a que los trágicos sucesos de la guerra civil argelina le impidan llevar una vida normal y salir por la noche con su amiga Wassila. Al caer la noche, se escurre entre las redes del alambrado de la ciudad con sus mejores amigas para acudir a la discoteca donde vende sus creaciones a las ‘papichas’, ... [+]
8 de diciembre de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine, por definición, representa un polifacético ejercicio artístico; el cual, en función de la parte del mundo dónde se produzca, puede ser una solución de adorno o, como en el caso de Papicha, una solución de responsabilidad.

Sabemos que el mundo gira pero, no siempre ni en todas partes; a veces, se estanca e incluso retrocede en su giro. Y es aquí dónde Papicha adquiere su verdadero valor: la función de su metraje es ser un motor, una turbina humana de reivindicación: la mujer es la mejor evolución del mundo y la mayor capacidad humana; es normal, que se menosprecie e infravalore: el fondo machista se enfanga en la religión, en la fuerza bruta, en la ignorancia, etc. para hacer prevalecer actitudes egoístas o envidiosas y aptitudes patéticas de celos e inseguridades.

Cinematográficamente no es brillante; destaca la escena de la tela árabe y su aprendizaje atávico para el espectador occidental; pero su mensaje es rotundamente épico, educacional, sensible y ético.
Papicha no esquiva el patriotismo ni la religión sino que lo entronca con la realidad: por una parte, están los que enarbolan la nación y el Corán para atacar la universidad, la biblioteca, el arte...representaciones del diablo, prostituciones del pensamiento, excusas, en definitiva, para ejercer la violencia y el miedo. Por otro lado, están las chicas de la universidad, capitales de entusiasmo y de esperanzas que, sin embargo, respetan su religión, su país, sus normas...sin pedir nada más a cambio que su identidad, su libertad para ser personas íntegras, libres de ataduras ni de deformidades sociales.

Pero no, el miedo siempre resiste y embiste, furioso, descerebrado, brutal.

Papicha es una flor, fruto de la naturaleza y eso, sea en la parte del mundo que sea, siempre será una maravilla.

De visión obligada y responsable.
Sotelino
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