La escena donde Nicolas Cage se carga a toda una banda de esbirros armados hasta los dientes mientra se fuma un habano y tiene la pirindola presuntamente clavada en una camarera, es grotesca y gilipollesca a más no poder. Pero es la mejor secuencia de esta película; da risa de lo absurda que es.
El papel interpretado por la actriz Amber reune todos los tópicos o chiclés absurdos propios de este tipo de cine basura. Es una tia (florero) tan perfecta físicamente (playboy) que no pega que una mujer así trabaje en un restaurante. Luego el "novio" le pega dos ostiazos y le hace pupa; así sale a escena nuestro "héroe" de pacotilla y la defiende del "malvado" noviete que, además, es tan malo que esta teniendo relaciones carnales con otra tía, también de cuerpo espectacular. Pero, después, más avanzada la película, esta piba adquiere (no se sabe como) la fuerza de Hércules más el conocimiento del Jeet Kune Do de Bruce Lee, y casi acaba a ostiazos con toda la secta patética demoníaca sin la necesidad de ningún "tio" que la ayude (ni siquiera nuestro Nicolas Cage). Esto es durísimo.
El personaje patético autodenominado "el contable" lanza la monedita al aire y la transforma en un carnet del FBI. Qué poco originales son los gringos: otra vez con lo de la chorrada de la moneda, que está sacado de la película de Bardem titulada "No es país para viejos".