Un pijito, Alberto Ammann, se queda accidentalmente encerrado en una cárcel, rodeado de yonquis, etarras, asesinos... Entre todos esos hay uno, Malamadre, que mola mogollón. Este es el jefe, Luis Tosar, obviamente, que calvo, con esa perilla, esas cejas, esa mirada, esa voz y un par de drogatas a cada lado acojona que te cagas.

En la vida real Alberto Ammann duraría ahí dentro minuto y medio antes de que cualquiera de estos se lo merendase, pero como esto es cine y Alberto es guapete dura toda la película y se llega a poner a la altura de Malamadre. Poco creíble, sí, pero lo asumimos y conseguimos disfrutar del peliculón.