Esto es como mujeres y hombres y viceversa o programas del estilo, no llevan a uno feo, todos tienen cuerpos esculturales, peinados milimétricos, sonrisas perfectas, un cuidado bronceado, visten a la última pero todos necesitan encontrar una pareja porque, tendremos que suponer, tienen problemas para ligar. Aquí tenemos a Katerine Heigl necesitando tirar de webs para conseguir una cita, tener novio y/o (como ella dice) echar un polvo. Nos lo creemos, o nos lo tenemos que creer, porque si no no habría película.

La cruda realidad nos cuenta una historia tonta, boba y absurda.

La chica repija, alta, rubia, guapa, delgada, con un puestazo, con un caserón en una urbanización superchula, superpija y superperfecta tiene que empezar a trabajar con el chico malote, gamberrete, canalla, con barbita de una semana (milimétricamente recortada), alto, fuerte, duro, guapo, gracioso, exitoso…y que la tiene grande (sí, se preocupan en que sepamos que encima la tiene grande).

Obviamente si vemos una comedia ya sabemos que chico y chica están destinados a estar juntos, a ser felices y a comer perdices. Lo que “cambia”, pese a que todas siguen la misma estructura, es la historia que hace que chico y chica se acaben juntando. La historia que aquí nos cuentan es una auténtica mamarrachada.

El tío este, el que supuestamente es tan guay, tan realista, el que está tan experimentado, el que sabe tanto de las relaciones, el que viene tanto de vuelta de todo, coge y se enamora a la primera de cambio.

En fin, la película no es mala, es malísima.