Menos es más, pero no siempre. Kim Ki Duk siempre ha sido un director más preocupado de epatar y generar belleza artística en el espectador que de ceñirse a una narrativa canónica acorde al gran público. Esto es bastante frecuente en muchos directores asiáticos y no me opongo en absoluto, porque el arte es ante todo belleza y el cine se presta a narrar (o no narrar) de las formas más variopintas.

Lo que ocurre es que aquí, se nota que Kim todavía estaba un poco verde a la hora de combinar sus elementos. Leía las críticas a esta "El Arco", que he tardado mucho tiempo en decidirme a ver porque mi daimón me decía que esta iba a ser una experiencia fallida. En su día no entendí bien la crítica profesional que habla de una banda sonora "deficiente". Luego lo he entendido perfectamente y lo suscribo totalmente. La música debe ser suficientemente sutil para no estorbar la narrativa o la sucesión de imágenes, pero lo bastante personal y creativa para transportarte a donde quiera el director. Bien, pues no es ninguna de las dos cosas. Hay momentos en que es tan invasiva que no puedes estar a otra cosa. Encima es música que parece sacada de un hilo musical para practicar meditación o yoga, mala a rabiar y con un tufillo comercial que más que seducirte te deja hecho polvo. Edulcorada y sensiblera en el peor sentido posible. Ya esas escenas en que el viejo prota suelta el puto arco omnipresente y se pone a tocar el Shamisen (o lo que sea ese cacharro) son directamente ridículas. Además, no queda bien pretender que lo que toca el viejo es lo que está sonando, cosa que escenifican varias veces) cuando están sonando dos o tres instrumentos más a la vez o directamente es música orquestal. Queda muy cutre, como de videoclip de esos de presentación de países para promoción turística.

En fin, la historia se cuenta parca en palabras y está más o menos bien llevada hasta la última media hora final. Ahí, directamente me aburrí y anticipaba un epílogo en que la chica se pire del barco y punto. Pero Kim lo adorna, se permite una especie de metáfora de no sé qué y acabé pidiendo la hora sin el más mínimo interés.

Para mí hay pasajes de cierta belleza, pero la música inadecuada y horrible te corta el posible disfrute sensorial. Fábula fallida de un director interesante, cuando quiere.