Down by Law es pura simpleza tanto técnica como argumental. Quizá por ello uno puede encontrar dificultades para entrar en ella.

Me gustan las películas que consiguen captar la naturalidad de un instante. La belleza que hay en un insignificante pedazo de vida. Y Jim Jarmusch lo ha conseguido, en una obra limitada por sus propias aspiraciones: contar la historia de unos desafortunados personajes antes y después de su estancia en la cárcel, además de durante ella, siguiendo los designios de un guión que parece no existir, excusa perfecta para que el espectador se una, como uno más, a la pequeña aventura vivida por el potentísimo trío de personajes sobre los que se erige el filme.

Como es de esperar, no sale la trama del siglo, ni siquiera una buena historia, sólo una bonita, plasmada con sobriedad y crudeza en la pantalla.

Además de para compartir una agradable velada con Benigni, Lurie y Waits, Down by Law puede servir para descubrir al último de ellos como músico. Un auténtico monstruo.