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Estados Unidos Estados Unidos · 544 Camp Street. New Orleans
Voto de Jinete nocturno:
9
Drama España franquista. Durante la década de los sesenta, una familia de campesinos vive miserablemente en un cortijo extremeño bajo la férula del terrateniente. Su vida es renuncia, sacrificio y y obediencia. Su destino está marcado, a no ser que algún acontecimiento imprevisto les permita romper sus cadenas. Adaptación de la novela homónima de Miguel Delibes. (FILMAFFINITY)
23 de mayo de 2010
33 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras escribo estas líneas, tengo la nausea instalada en el estómago y el sabor de la hiel me llena la boca. Llevaba años sin revisitar está película. Algo, un rechazo tan inconsciente cómo visceral, me impedía animarme volver a verla; no encontraba el valor. Y eso que casi no la recordaba… Pero resulta que hoy me la he encontrado a traición, en una emisión televisiva, y ahora sé de sobra los motivos de mi rechazo: hay demasiada verdad en ella, más de la que puedo soportar. Si Dios quiere, no volveré a encontrarmela nunca.

Porque pocas veces en la historia, jamás desde luego en el, por lo general bochornoso, cine español, se ha mostrado un retrato tan insoportablemente fiel, tan fotográfico, de una sociedad y de un tiempo como el que nos vomita ésta obra maestra. Un tiempo, por desgracia, y para vergüenza de los españoles, horriblemente cercano, cuyos coletazos y rencores aún se perciben en las zonas más deprimidas de Andalucía y Extremadura. Y todo ello, para más escarnio, sin aspamientos; narrado con la insoportable contención de quien enumera una verdad evidente.

“Los Santos Inocentes” es un espejo colocado frente al rostro de España que nos muestra con toda crudeza y sin estridencias su imagen más aberrante, el reflejo de la que hasta, como quien dice ayer, fue la nación más atrasada de Europa occidental; un lugar dónde el caciquismo, la pobreza y el analfabetismo han sido, no sólo la regla, sino sinónimo de “orden y buenas costumbres”; lo “deseable”. Una película, por qué no decirlo, que entre tanto sucio revisionismo–en especial por parte de ciertos sectores de la derecha, empeñados en falsificar lo evidente- y para enmendar la plana a los que proclaman cínicamente el fin de las ideologías –Curiosamente, los que lo dicen suelen tener una ideología perfectamente “reconocible”-, se permite recordarnos mediante un severo puntapié en la entrepierna quiénes se enfrentaron en nuestra Guerra Civil y por qué luchaban.

Una película, además, que es un autentico portento artístico; que, por si fuera poco la magistral dirección de Camus, cuenta con algunas de las actuaciones más impagables de la historia del cine. Alfredo Landa, siempre solvente pero con una innegable tendencia al histrionismo, se muestra aquí, en cambio, absolutamente contenido, en su sitio, dándole a su personaje una verosimilitud y grado patetismo que resultan insoportables; Paco Rabal, inolvidable -¿quién no recuerda aquello de “Milana guapa”-.Y sobre todo, un Juan Diego en estado de gracia, que da vida y alma a uno de los personajes más odiosos y repugnantes de las historia del cine –quizás sólo superado por el capitán franquista de “El laberinto del fauno”-. Todos ellos magistrales, al igual que los secundarios.

En definitiva, una película tan imprescindible como dolorosa. La mejor película de la historia del cine español.
Jinete nocturno
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