Confirmado: la carrera de Tarantino va cuesta abajo y, nunca mejor dicho, sin frenos. Y es que, sí; ya en “Kill Bill” empezó a dar síntomas de creciente falta de ideas, pero, francamente, jamás pensé que vería una película de Tarantino tan fallida.

Porque a esta película, que nadie se engañe, sólamente la salva su deslumbrante uso de la cámara, que sabe a puro cine -quien tuvo, retuvo-, y un par de brillantísimos golpes de efecto –tan portentosos como para hacer merecer un notable al conjunto- , pero, por lo demás… cortita y con sifón. Mal la historia y peor los actores (o mejor dicho, las actrices).

Empieza ya francamente mal, recreándose absurdamente en los insufribles diálogos de las descerebradas que protagonizan el primer tramo: pedazos de carne con ojos que no parecen tener otro tema de conversación que las pollas que han chupado y con quién y cuándo han follado. Los peores que ha escrito Tarantino; asombrosamente malos: zafios, vulgares y sin pizca de gracia; tan estúpidos que más bien parecen obra de algún patán que tratase de imitar su estilo a base de asegurarse de que dos de cada tres palabras fuesen “coño”, “joder”, “puta” o “mierda”.

Luego, y muy lentamente, la película va mejorando poco a poco hasta su portentoso climax, justo a mitad de película. Es en ese punto cuando Tarantino, riéndose de nosotros, nos pone los dientes largos y parece prometernos que vamos a ver un peliculón… Pero no. La historia se desinfla rápidamente, y tras cuarenta largos minutos de más diálogos insufribles y de divagar absurdamente, concluye en uno de los fínales más estúpidos, ridículos y decepcionantes vistos en décadas.

Una gilipollez.

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Y sin embargo, y más allá de lo cinematográfico, ésta puede que sea la película más interesante de Tarantino. Al menos la más franca, en la que más nos revela de sí mismo. Porque… ¿Que escogiese al reparto femenino en función únicamente de su culo e ignorase la total ausencia de la más mínima dote interpretativa, fue algo puramente inconsciente? ¿Lo fue acaso que pusiese en su boca algunos de sus más nefastos diálogos y que las retratase como pura "white trash", descerebradas y completamente superficales? No lo creo.

¿No será que Tarantino odia profundamente a “sus chicas” y trata de convencernos de lo despreciables que son y de mucho que merecen morir? Es más, reconozcamoslo, lo consigue. ¿O no nos pasamos cuarenta minutos deseando que les suceda a “esas zorras estúpidas” lo que finalmente les sucede?

Perdón por la psicología barata, pero intuyo que el bueno de Quentin guarda un interesante poso de resentimiento contra las mujeres, o al menos contra según qué tipo de niñatas salidas del equipo de animadoras de “Porky’s”.
Nada raro, por otra parte: un tipo como él, extremadamente inteligente, pero escasamente agraciado, debió tener una adolescencia dura (como la de muchos) y llevarse unas cuantas humillaciones…

Pero no importa, mejor: la gente feliz es estéril.