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Voto de Kyrios:
7
Terror Durante la Edad Media, la Inquisición rusa condena a muerte a una pareja de amantes que practican la brujería y los ejecuta poniéndoles una máscara con púas en su interior. Siglos después, sus ataúdes son encontrados y abiertos por dos viajeros. Al retirar las máscaras de los cadáveres, los brujos vuelven a la vida y siembran el pánico entre los habitantes del lugar. (FILMAFFINITY)
18 de abril de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está claro nada más ver la primera secuencia de La Maschera del demonio (La máscara del demonio) que bebe gustosamente de la literatura considerada como gótica e iniciada a lo largo del siglo XIX. Y desde luego, hay en sus fotogramas un evidente homenaje (no diremos plagio porque no sería en absoluto justo con la película de Bava) a la novela de Bram Stoker, la célebre Drácula, que por otra parte, tantas adaptaciones ha traído al cine. Y es que en la máscara del demonio sale a la luz el tema vampírico, pero además encontramos otros paralelismos. La ambientación entre novela y película es bastante similar, no sólo por la etapa cronológica en la que se inscriben los hechos, sino especialmente por el lugar donde transcurre la película. El pueblo alejado de la mano de Dios en el que habitaba el conde Drácula es casi el mismo que encontramos en La máscara del demonio. El miedo de los campesinos ante su mítico conde se transfigura en la película en el carretero que lleva a nuestros protagonistas, advirtiéndoles que no es aconsejable pasar por el atajo por el que pretenden, pues existe una leyenda negra. Sí en Drácula nos encontrábamos con la impotente presencia del castillo donde habitaba el mal, en La máscara del demonio nos encontramos con una mansión familiar ciertamente parecida. En dicha mansión, además de una ambientación muy propia de la imaginación gótica, nos encontramos con elementos muy singulares como los retratos de la familia (indispensable en una película de estas características) y pasadizos que ocultan tenebrosos secretos. En realidad, la película de Bava está basada en un relato de Gógol, escritor ruso del que volvería a retomar una obra en otra película célebre, I tre volti della paura (Las tres caras del miedo, 1963)

No es realmente en el argumento donde encontramos lo mejor de la película. Resumiendo, nos encontramos ante una película clásica de terror, donde una leyenda contada en el prólogo nos advierte de una maldición que al cabo de dos siglos puede acabar destrozando a la familia heredera de los sucesos que tienen lugar. Los pactos con el diablo, fantasmas y brujerías son el pan cotidiano del relato, que no se esfuerza en las líneas generales por diferenciarse de cualquier otra película de terror coetánea (recordemos que mientras Bava dirige esta película en el mismo año Hitchcock hace la rompedora Psicosis).

Si es cierto que hay detalles muy jugosos y que rompen con por ejemplo, el Drácula clásico de Bela Lugosi (por poner un ejemplo después de haber comparado la obra literaria con la película). En La máscara del demonio, los elementos góticos se llevan al extremo de las posibilidades, para el año que corría cuando se dirigió la película. En el solemne prólogo en el que se condena y sacrifica a las brujas se puede observar claramente, con el gesto sanguinolento de la máscara que le colocan a la enviada del diablo. La máscara (que por cierto, no tiene ningún tipo de parecido con alguna real de la época, parece más bien un anacronismo) está absolutamente recubierta de púas metálicas, y Bava, emplazándose a la tradición de la tortura medieval nos enseña el trágico destino de la víctima. Pero el italiano no omite ningún plano. Difícilmente esto habría ocurrido en el cine clásico de Hollywood. Primero nos muestra un plano detalle de la máscara por fuera, y después, demostrando el interés por el sadismo, un plano detalle de la máscara por dentro, con sus peligrosas púas. Podría parecer algo simplemente atrevido hasta ahí, pero es que Bava llega incluso un paso más adelante, mostrándonos la ejecución de la bruja. Sin duda la máscara del demonio abre una puerta que el propio Mario Bava acabaría atravesando en no muchos años. Otro detalle ciertamente interesante y diferencial es la sexualidad torcida de la película. En ciertos momentos de la película, se nos enseña el cadáver de la bruja difunta, interpretada por la bella Barbara Steele que aún teniendo el cuerpo destrozado ante el evidente paso del tiempo, se insinúa explícitamente a los protagonistas. Hay una doble visión acerca de esta belleza lasciva, pues Steele interpreta a la vez dos papeles, el de bruja maligna y el de heredera inocente. Las dos caras de la moneda forman uno de los temas principales del film.

Pero sin duda, la película pasará a la historia por la magnífica (por momentos) fotografía en blanco y negro, que realiza el mismo director, Mario Bava. La película explota su temática sádica y tenebrista con unos claroscuros muy expresivos que son visibles en gran parte de la película. Cuanta más intensidad dramática nos encontramos en escena, más fuerte es el claroscuro que realiza Bava. De hecho, la película resulta inimaginable de haberse hecho en color. El Blanco y negro es el recurso perfecto que emplea el director italiano para conferir a sus imágenes un tono sobrenatural que casa perfectamente con lo que se está contando. Si hay que poner algún pero es a la inutilidad de Bava en los momentos más pausados del film, con un tratamiento poco naturalista que llega incluso a doler a los ojos, de la gran cantidad de luz empleada en la secuencias que suceden de día.

http://neokunst.wordpress.com/2014/04/18/mario-bava-la-mascara-del-demonio/
Kyrios
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