Hay gente que tiene el efecto imán para los problemas, y si vemos la filmografía de Ray Milland nos daremos cuenta que en la mayoría de sus papeles le ocurre esto que comento.

El comienzo no sugiere para nada lo que nos vamos a encontrar durante el resto de la película, nos encontramos con un hombre perfectamente trajeado sentado delante de un reloj y a continuación como se presenta un señor y lo acompaña a la calle. Pensé por un momento en la escena de despedida de un alcaide a un preso. Nada más lejos de la realidad. Es un centro psiquiátrico para enfermos mentales. Y ahí ya me descolocó todo.

Un hombre normal y corriente, sensato, educado, atento con los demás y presto a prestar ayuda a todo aquel que se la solicite. Sigue sin cuadrarme que hacía encerrado allí. Con un solo pensamiento en su cabeza...no volver a meterse en problemas. Pero decirle eso a un personaje de Ray Milland, es como ver una película de Harry Potter y esperar que no aparezca magia. Imposible.

Lo bueno es que la trama que comienza a continuación...por un pastel, no me la podía esperar ni en el más positivo y esperanzador pensamiento acerca de la historia. Un señor trajeado, una feria, un pastel, un ciego, un vagón de tren, un ataque, disparos, una bomba. Todos estos elementos irán encajando poco a poco en la trama del argumento de lo que nos tiene preparado Fritz Lang. Todos estos acontecimientos descolocan al protagonista al igual que al espectador e intenta encontrar a aquella gente que le ayude a buscar respuestas.

El Ministerio del miedo es una delicia en cuanto a estructura argumental, con un guión que no flojea en ningún momento, incluso aquellos que le quieran restar méritos por cuestión de babas (historia de amor con la chica), no tendrán motivos para ello. Ya que esta es una pieza clave en la trama y ejercerá de personaje importante y no de mero objeto de decoración aprovechando su belleza. El rodar este tipo de historias en blanco y negro siempre he pensado que le da el toque ese especial para convertirlas en más grandes. Muchos se asombrarán de hacia donde se dirige esta gran historia que comenzó con un pastel.

En cuanto a las actuaciones, destacaría por encima del resto al protagonista, Ray Milland, un actor con un don especial para el drama. Muy recomendable.