¡¡¡ Cómo pasa el tiempo señores !!! Lo primero que me ha impactado es la imagen del señor Gibson, está muy mayor para la edad que se le supone, y no, no es el maquillaje. El tiempo no ha sido agraciado con él, aparenta más años de los que en realidad posee.

Pero esto no resta un ápice de calidad a sus interpretaciones. La trama es bastante interesante, un poco enrollada y rocambolesca, pero bastante bien explicada a medida que va avanzando. Con un comienzo exageradamente rápido para introducirnos en la historia, cosa que no es de mi agrado. Un vídeo de una niña en la playa, un aeropuerto y un amago de cena, es poco para encontrarnos con un asesinato bestial a la puerta de su casa. En el spoiler ya hablaré de otras casualidades.

Con esta introducción, Martin Campbell nos envuelve en una historia de corrupción armamentística, donde la fachada no es realmente lo que parece en una industria tan poderosa. Construcción de armamento nuclear, con piezas de países extranjeros. Empleados que descubren el pastel, comienzan a aparecer asesinados, con la apariencia de accidentes casuales. Todo esto pondrá a Gibson sobre una pista interesante, para descubrir a los verdaderos asesinos de su hija, empleada de esta empresa. Como siempre, personajes poderosos, espías, políticos, asesinos a sueldo, todo mezclado en un gran cóctel para contarnos una buena historia de intriga. Incluso disfrutaremos de la parte tierna del film, cuando Gibson va viendo a su hija siendo niña a su lado, hablándole, preguntándole... hasta el mismísimo final.