Provocativa, lasciva y visceral. Bardem es punzante con la sociedad que retrata. La sensación de asfixia que atrapa a los dos principales personajes, Lucía Bosé y Alberto Closas, en mi opinión, lo plasma de manera prodigiosa.
Pero hay más detalles: la ventana fracturada o la conversación entre Closas y Bruna Corrá, a través de la reja dando la idea de que la felicidad entre ambos es imposible, son algunas de las pistas que el director nos pone en bandeja.

Estamos ante una de las obras capitales del director y del cine español, que bebe del neorrealismo italiano pero que se atreve a experimentar con novedosos ejercicios formales en la composición cinematográfica. El maestro Bardem es capaz de reflejar el desasosiego de los dos protagonistas sirviéndose para ello, de manera magistral, de una estructura narrativa compleja que entronca a la perfección con el estado anímico de los personajes. Y si, coincido en que nunca antes ni nunca después, Lucía Bosé fue tan actriz.