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5
5,9
5.091
Comedia. Drama
Manu Aranguren, un político vasco, ejerce de interlocutor del gobierno español en las negociaciones con ETA. En lugar de asistir, tal como esperaba, a un acto solemne y calculado, pronto verá que las casualidades, los errores o los malentendidos marcan el diálogo entre ambas partes y que la relación personal entre los negociadores será clave para la resolución del conflicto. Comedia basada en las negociaciones entre el presidente del ... [+]
25 de septiembre de 2016
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se acerca la Navidad y pasa Patxi con un tráiler en el que lleva 200 ovejas.
- Apa, ¿donde vas PatxI?
- Voy a montar un Belen de la hostia. .
Resumen de la historia de ETA, vista por un director vasco que se ha basado en las conversaciones personales con el negociador vasco (disque "español") para la tregua con ETA.
Película que deja al descubierto la incomprensible apatía moral de la sociedad vasca, yo creo que sin proponérselo. Por no hablar de la psicopatía, trastorno sobre el que en la wikipedia leemos "las personas con trastorno psicopático suelen estar caracterizadas por tener un marcado comportamiento antisocial, una empatía y remordimientos reducidos, y un carácter desinhibido" y "los psicópatas tienden a crear códigos propios de comportamiento, por lo cual sólo sienten culpa al infringir sus propios reglamentos y no los códigos sociales comunes. Sin embargo, estas personas sí tienen conocimiento de los usos sociales, por lo que su comportamiento es adaptativo y pasa inadvertido para la mayoría de las personas". Estos son los etarras desarmados y "normalizados", y los que les ríen las gracias.
Ni una palabra seria sobre el "conflicto" en toda la película, porque el tiempo ha pasado y es imposible justificar el daño causado por una causa ni remotamente defendible, psicopatías aparte. Esta broma pesada del nacionalismo vasco (no solo es ETA, ni Bildu y sus votantes, sino, a la vista está, gente que construye el relato a gusto del paisanaje), no se resume en una épica lucha por los derechos humanos sino en un nacionalismo solo preocupado por el dinero. La épica la han puesto exclusivamente las victimas.
Si amigos, aquí lo único intocable es el concierto vasco. Solo un dato: el 70% de las rentas de inserción social de España (en euskera se dice Estado) se pagan en Euskadi (Sur). Les sobra la pasta. Aquella campaña turística del "ven y cuéntalo", que venia a poner de manifiesto la incredulidad de los nacionalistas vascos ante la ceguera de los españoles (a quienes iba dirigida la campaña) incapaces de creer lo bien que se vivía en el país vasco y a los que pensaban convencer invitándoles a ver con sus propios ojos la realidad del paisaje y, (siempre tan importante convencer por el estomago) su excelencia culinaria.
Chummy Chumez, que era de San Sebastián, firmó una viñeta en la que estando una persona apuñalando a otra, un testigo del suceso le grita al apuñalador: "¡Para, que le vas a matar!". El del puñal en la mano responde: "¡Pues que deje de llamarme asesino!".
En fin, que todo vale si, para tener la fiesta en paz, hay que confundir al asesino con el payaso, como lo prueba el hecho de haber elegido para "jefe" de ETA a Carlos Areces. Retorcida manera de asimilar la necesaria convivencia, al precio de resumir mas de 30 años de sufrimiento en comedieta cinématografica.
El acierto de la película es querer reducir el "conflicto" a una falta de entendimiento por un problema terminológico, ya que paradójicamente, y supongo que a su pesar, trasluce ese inconsciente personal o colectivo y da con la clave de por qué (gran parte de) la sociedad vasca sigue enferma, porque su "solución" pasa por negarse a llamar a las cosas por su nombre.
Total que terminé la película con cierta indignación por la frivolidad -y la inmoralidad que se deriva- y a medida que le doy vueltas creo que es una genialidad inconsciente, que puede dar para horas de diván psicoanalítico, del que incluso pueden salir conclusiones esclarecedoras para (si hay voluntad) desmontar la falsa armonía social que quiere imponerse para cerrar "el conflicto". Ojala fuera esta la intención del director.
Mas en spoiler.
- Apa, ¿donde vas PatxI?
- Voy a montar un Belen de la hostia. .
Resumen de la historia de ETA, vista por un director vasco que se ha basado en las conversaciones personales con el negociador vasco (disque "español") para la tregua con ETA.
Película que deja al descubierto la incomprensible apatía moral de la sociedad vasca, yo creo que sin proponérselo. Por no hablar de la psicopatía, trastorno sobre el que en la wikipedia leemos "las personas con trastorno psicopático suelen estar caracterizadas por tener un marcado comportamiento antisocial, una empatía y remordimientos reducidos, y un carácter desinhibido" y "los psicópatas tienden a crear códigos propios de comportamiento, por lo cual sólo sienten culpa al infringir sus propios reglamentos y no los códigos sociales comunes. Sin embargo, estas personas sí tienen conocimiento de los usos sociales, por lo que su comportamiento es adaptativo y pasa inadvertido para la mayoría de las personas". Estos son los etarras desarmados y "normalizados", y los que les ríen las gracias.
Ni una palabra seria sobre el "conflicto" en toda la película, porque el tiempo ha pasado y es imposible justificar el daño causado por una causa ni remotamente defendible, psicopatías aparte. Esta broma pesada del nacionalismo vasco (no solo es ETA, ni Bildu y sus votantes, sino, a la vista está, gente que construye el relato a gusto del paisanaje), no se resume en una épica lucha por los derechos humanos sino en un nacionalismo solo preocupado por el dinero. La épica la han puesto exclusivamente las victimas.
Si amigos, aquí lo único intocable es el concierto vasco. Solo un dato: el 70% de las rentas de inserción social de España (en euskera se dice Estado) se pagan en Euskadi (Sur). Les sobra la pasta. Aquella campaña turística del "ven y cuéntalo", que venia a poner de manifiesto la incredulidad de los nacionalistas vascos ante la ceguera de los españoles (a quienes iba dirigida la campaña) incapaces de creer lo bien que se vivía en el país vasco y a los que pensaban convencer invitándoles a ver con sus propios ojos la realidad del paisaje y, (siempre tan importante convencer por el estomago) su excelencia culinaria.
Chummy Chumez, que era de San Sebastián, firmó una viñeta en la que estando una persona apuñalando a otra, un testigo del suceso le grita al apuñalador: "¡Para, que le vas a matar!". El del puñal en la mano responde: "¡Pues que deje de llamarme asesino!".
En fin, que todo vale si, para tener la fiesta en paz, hay que confundir al asesino con el payaso, como lo prueba el hecho de haber elegido para "jefe" de ETA a Carlos Areces. Retorcida manera de asimilar la necesaria convivencia, al precio de resumir mas de 30 años de sufrimiento en comedieta cinématografica.
El acierto de la película es querer reducir el "conflicto" a una falta de entendimiento por un problema terminológico, ya que paradójicamente, y supongo que a su pesar, trasluce ese inconsciente personal o colectivo y da con la clave de por qué (gran parte de) la sociedad vasca sigue enferma, porque su "solución" pasa por negarse a llamar a las cosas por su nombre.
Total que terminé la película con cierta indignación por la frivolidad -y la inmoralidad que se deriva- y a medida que le doy vueltas creo que es una genialidad inconsciente, que puede dar para horas de diván psicoanalítico, del que incluso pueden salir conclusiones esclarecedoras para (si hay voluntad) desmontar la falsa armonía social que quiere imponerse para cerrar "el conflicto". Ojala fuera esta la intención del director.
Mas en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Escenas muy reveladoras:
1. La puta que, por casualidad, comparten negociador y terrorista, no entiende el dilema del primero sobre los matices de las negociaciones, o del dialogo, por si lo llamamos "País Vasco" o "Euskadi" . Pone el ejemplo de su colega, que prefiere que la llamen escort a puta, y dice que como su amiga lo prefiere, a ella le da lo mismo darle el gusto, aunque piense que no por eso es menos puta.
Si entre "Pais Vasco" y "Euskadi" la cosa se puede resumir en la analogía de si hablamos de "escorts" o de putas, me parece lapidario para el nacionalismo.
Pero aplicarle el mismo cuento a los asesinos no es sino dignificarles, como exige la puta fina, sin reparar en lo burdo o en lo ridículo, sabedora de la importancia que tienen este tipo de convenciones . Y la analogía entre terrorista asesino y puta, sería muy injusta para el gremio de las meretrices.
2. Detalle del inconsciente vasco o del inconsciente de determinados socialistas vascos, toda vez que la película esta basada en la experiencia real de Eguiguren: La película empieza y termina en un bar en el que el negociador come en solitario, y en la barra, su escolta. En la primera escena entran unos vecinos, antiguos compañeros de escuela, de los que conoces de toda la vida. Ellos saben quien eres tu y viceversa. Los convecinos, del mundo proetarra, le ignoran, sabiendo que el es socialista. Y a él le entristece y le jode, como reconoce en la conversación con uno de fuera, de esos de Madrid que no entienden el problema vasco. En la escena final, estos mismos convecinos le saludan al entrar, y la cara sonriente y feliz del negociador, que ve recompensados sus (baldíos) esfuerzos, cierra la película.
No creo que se pueda dejar mas claro que el tremendo y miserable error de determinado socialismo ha sido buscar mas el reconocimiento de los proetarras que el de las victimas. Y de que la negociación era imposible con un negociador victima de una versión local del síndrome de Estocolmo. Una estupidez letal.
3. Muy revelador también de la falta de empatía con las victimas es que los nuevos asesinatos que tienen lugar durante las conversaciones sean referidos mediante la elipsis de las corbatas negras, que el terrorista anuncia y que el negociador tiene que "lucir". El no sabe hacerse el nudo de la corbata y tiene que pedir ayuda a una vecina. Que los muertos sean representados por las convenciones sociales del luto, en lugar de mostrar el dolor de las personas, dice mucho también de la empatía, esta vez de su falta, para con unos muertos cuya sangre no debe manchar la comedia amable que se representa. Que la corbata la ponga una vecina es para mi una elipsis de la falta de recursos personales de determinados socialistas para afrontar la realidad por si mismos, que ha sido un obstáculo en la lucha antiETA durante tantos años.
4. Enternecedor que ni negociador ni terrorista tengan para pagarse una cerveza. Si no fuera porque tanto el uno como el otro viven del asunto, no han hecho otra cosa en su vida. Y ambos con dinero negro, amiguetes. Solución esta vez de mutuo acuerdo: que paguen los mediadores internacionales, que para eso les hemos dado bolilla en este entierro. Pequeños detalles de desaprensivos a los que ahora hay que reinsertar (salvando las diferencias entre letal estupidez y maldad que sean necesarias). El etarra es un asesino, esta claro, pero también debería estarlo que el negociador no ha sido ningún Quijote, como dicen en algunas críticas.
1. La puta que, por casualidad, comparten negociador y terrorista, no entiende el dilema del primero sobre los matices de las negociaciones, o del dialogo, por si lo llamamos "País Vasco" o "Euskadi" . Pone el ejemplo de su colega, que prefiere que la llamen escort a puta, y dice que como su amiga lo prefiere, a ella le da lo mismo darle el gusto, aunque piense que no por eso es menos puta.
Si entre "Pais Vasco" y "Euskadi" la cosa se puede resumir en la analogía de si hablamos de "escorts" o de putas, me parece lapidario para el nacionalismo.
Pero aplicarle el mismo cuento a los asesinos no es sino dignificarles, como exige la puta fina, sin reparar en lo burdo o en lo ridículo, sabedora de la importancia que tienen este tipo de convenciones . Y la analogía entre terrorista asesino y puta, sería muy injusta para el gremio de las meretrices.
2. Detalle del inconsciente vasco o del inconsciente de determinados socialistas vascos, toda vez que la película esta basada en la experiencia real de Eguiguren: La película empieza y termina en un bar en el que el negociador come en solitario, y en la barra, su escolta. En la primera escena entran unos vecinos, antiguos compañeros de escuela, de los que conoces de toda la vida. Ellos saben quien eres tu y viceversa. Los convecinos, del mundo proetarra, le ignoran, sabiendo que el es socialista. Y a él le entristece y le jode, como reconoce en la conversación con uno de fuera, de esos de Madrid que no entienden el problema vasco. En la escena final, estos mismos convecinos le saludan al entrar, y la cara sonriente y feliz del negociador, que ve recompensados sus (baldíos) esfuerzos, cierra la película.
No creo que se pueda dejar mas claro que el tremendo y miserable error de determinado socialismo ha sido buscar mas el reconocimiento de los proetarras que el de las victimas. Y de que la negociación era imposible con un negociador victima de una versión local del síndrome de Estocolmo. Una estupidez letal.
3. Muy revelador también de la falta de empatía con las victimas es que los nuevos asesinatos que tienen lugar durante las conversaciones sean referidos mediante la elipsis de las corbatas negras, que el terrorista anuncia y que el negociador tiene que "lucir". El no sabe hacerse el nudo de la corbata y tiene que pedir ayuda a una vecina. Que los muertos sean representados por las convenciones sociales del luto, en lugar de mostrar el dolor de las personas, dice mucho también de la empatía, esta vez de su falta, para con unos muertos cuya sangre no debe manchar la comedia amable que se representa. Que la corbata la ponga una vecina es para mi una elipsis de la falta de recursos personales de determinados socialistas para afrontar la realidad por si mismos, que ha sido un obstáculo en la lucha antiETA durante tantos años.
4. Enternecedor que ni negociador ni terrorista tengan para pagarse una cerveza. Si no fuera porque tanto el uno como el otro viven del asunto, no han hecho otra cosa en su vida. Y ambos con dinero negro, amiguetes. Solución esta vez de mutuo acuerdo: que paguen los mediadores internacionales, que para eso les hemos dado bolilla en este entierro. Pequeños detalles de desaprensivos a los que ahora hay que reinsertar (salvando las diferencias entre letal estupidez y maldad que sean necesarias). El etarra es un asesino, esta claro, pero también debería estarlo que el negociador no ha sido ningún Quijote, como dicen en algunas críticas.