Pues eso. Si no tienes ni pajolera idea del tema o sabes algo así por encima, este es el documental que tienes que ver para conocer sobre el famoso caso. Pero como pone en mi título, solo obtendrías tu titulación de 1º de Alcásser. Lo único malo que tiene, es que lejos de ser objetivo, va intentar que te pongas del lado de la versión oficial. Y además, pensarás que eres un erudito sobre el caso, cuando en realidad te faltarán muchísimos datos bastante importantes de una de las historias más complejas y misteriosas que han acaecido por la piel de toro.

Si después de 1º, te ha picado el gusanillo, muchos de esos datos los verás en 2º y 3º (osea, informándote por tu cuenta e intentando crearte una opinión propia). Entonces te darás cuenta de que Netflix, te ha vendido un documental tirando a regulero como si fuese el summum del periodismo, maquillándotelo todo un poco con entrevistas de todos los implicados (cuidadosamente dirigidas las que les han convenido para influir en tu opinión, como por ejemplo sacar siempre a Juan Ignacio Blanco con fondo negro, o apretando a muerte al casi octogenario Dr. Frontela en su entrevista y, sin embargo, les falta aplaudir en la parca entrevista al guardia civil de la policía judicial después del insulto a la mínima inteligencia que suelta por la boca para justificarse, eso si, con el campo de fondo para que te transmita serenidad o algo por el estilo), una compilación de programas de televisión de la época que hace que parezca un laborioso trabajo de documentación (que seguro no han tardado tanto en compilar y seleccionar),que además tocan la fibra de la nostalgia a quien vivió el caso en la época (ganando un poco de rédito facilito) y un montaje en general bastante bueno que hace que te fijes en las manos del mago y no veas el truco.

Tenían materia más que de sobra para haber hecho un documental épico (totalmente lamentable la de datos que dejan fuera o como pasan de soslayo sobre algunos bastante importantes). Pero para eso tendría que haber imperado la objetividad, y por supuesto el rigor periodístico (todavía me revuelvo en mi bilis cada vez que recuerdo al periodista del final hablando sobre lo de Ricart en el tren), y Netflix y el director de este documental, del que ni me sé el nombre ni me lo pienso aprender, pues no estaban por la labor.

Mención a parte para el oportunista, fuera de lugar, inapropiado y cutre alegato final. Metido a capón, nuevamente se insulta a la inteligencia del personal con un mensaje puesto ni más ni menos que para quedar bien y que no pinta absolutamente nada.