David Lynch recrea en este film un una historia lánguida y oscura en combinación con momentos de gran ternura e idealismo. Es trepidante, de gran impacto visual y no exenta de ligeros tintes de humor negro.
El famoso director de la extravagante serie de principios de los noventa, Twin Peaks y de otros títulos alabados por la crítica como Terciopelo Azul (1986), Carretera perdida (1996) o Muholland drive (2001) mantiene en Corazón Salvaje su fiel estilo, siempre acorde con una difusa, pero inteligente narrativa que inquieta al espectador. Todas sus películas tienen la peculiaridad de sumir al espectador en una atmósfera que va más allá del misterio y lo extraño, rozando en ocasiones con lo absurdo.

El sexo y la violencia, elementos muy socorridos por Lynch marcan la intensidad de las escenas de la obra. Otro de los temas principales del film es el amor pasional e incondicional de estos amantes, que se apoyan en todo momento con devoción. Se alientan el uno al otro y se contagian sus ilusiones, que en un primer momento pueden resultar irrisorias.

El ritmo transcurre de forma frenética y alocada, algo a lo que contribuye la pareja de enamorados que encarnan Nicolas Cage y Laura Dern, totalmente impulsivos y ajenos al uso de la razón y de la reflexión. Los personajes principales arrastran traumas de un pasado difícil. Sin embargo, tienen una concepción de la vida idealista e ingenua. Esto les lleva a lanzarse a la búsqueda desesperada de un sueño y hacer frente al fatalismo que les persigue. Ambos llevan una vida errante guiada por sus instintos primarios.

La magnífica interpretación de Willem Dafoe en su breve aparición es quizás lo más memorable (el momento de la violación psicológica). Tal vez el resto de actores peca de sobreactuación, aunque esto bien podría formar parte del tono cómico implícito en este drama.

Esta es la película más fácil de seguir para los que no están todavía familiarizados con el cine de Lynch. Y es que en esta ocasión, el argumento, aunque caótico, es mucho menos complejo que en otras obras. Además, el cineasta cae en la tentación de recurrir a sugerentes flashbacks para dar cierta coherencia.

La última parte de Corazón Salvaje es aún más disparatada y surrealista y forma parte de ese otro enfoque ya más próximo a la parodia. La extravagante cazadora de piel de serpiente da otro toque humorístico y contrasta con la apagada tonalidad de colores en el film. De alguna forma, representa ese espíritu soñador en medio de tanto fatalismo

“En todas mis películas la búsqueda del amor en el infierno es una constante”, nos recuerda David Lynch. No en vano opta por alternar el desasosiego, la humillación, la catástrofe… con la fantasía, el amor, el optimismo. Todo ello con una aglomeración de sucesos cargados de emotividad que apabullan al espectador.