La historia se desarrolla en los mismos lugares en que pululaba Philip Marlowe, se mantiene también la época y el clima de corrupción generalizada es el mismo. Los buenos tienen sus zonas oscuras y los malos aparecen disfrazados de ciudadanos ejemplares. No falta el personaje de la mujer fatal, una Kim Basinger que se esmera en su papel, aunque sin llegar a la sofisticación de sus predecesoras. Falta también el halo trágico y desengañado del antihéroe, en este caso desdoblado en dos, cada uno marcado a su manera por su progenitor. No faltan tiroteos, interrogatorios más o menos ortodoxos, escenas de despacho y patrullas callejeras. Están todos los elementos del género, aunque en "brillante eastmancolor", como se decía en tiempos. Buena ambientación, buena fotografía y buen ritmo narrativo. Quizás un metraje algo excesivo. La intriga va in crescendo hasta el final, con un cierre que no desmerece.