La he pillado en TVE y me la he visto por penúltima vez. Esto es como ir de bares, nunca se toma la última ronda; en todo caso la "espuela". Desde que no hay anuncios en la tele (toco madera), hasta se pueden ver películas en la caja tontorrona; aunque esos odiosos mensajes superpuestos incordian bastante. Sobre todo cuando está la divina imagen de la Bergman-dolorosa ocupando toda la pantalla. Es casi como si a las meninas le colocamos un "beba Coca-Cola" en el tercio inferior. Pero bueno, estamos en tiempos irreverentes. Esta película no es una gran película, ni siquiera la historia es muy coherente, ni las interpretaciones son sobresalientes; incluso la música de Steiner es un tanto machacona, pero no se la puede poner otra cosa que un 10. Será por las varias escenas antológicas (el encuentro de Rick e Ilsa en el bar, la Marsellesa, el encuentro nocturno, el final), por esos diálogos que se han convertido ya en latiguillos, por el rostro de Ingrid llenando la pantalla, con esos ojos acuosos y esa cara de niña desvalida, que dan ganas de saltar la pantalla para consolarla. La historia nunca he conseguido entenderla (me pasa con otras de mis pelis favoritas). No tiene pies ni cabeza que el tal Laszlo tenga en su cabeza casi la clave para decidir la guerra y los nazis se anden con escrúpulos legales a la hora de detenerlo, torturarlo o matarlo. Y luego ese Rick, idealista desengañado, que nunca se sabe si va o viene. El personaje más original y mejor trazado es sin duda el de Renault: canalla, abusón, chaquetero y cínico; pero qué bien nos cae con sus chistes y sus salidas de tono. Ese "he descubierto que en este bar se juega", como motivo para cerrar, cuando sabemos que él es uno de los principales clientes, es todo un clásico ya del cine de humor, comparable al "y dos huevos duros" de Groucho Marx en el famoso camarote. Tengo que verla un día de estos en versión original; seguro que gana.