Sin lugar a dudas de lo mejorcito que haya hecho Eastwood.

Alarde de formas sobrias y profesionales, este westernn crepuscular de este cineasta tan satisfactoriamente sorprendente, supo en esta ocasión pergeñar una brillantísima historia, llena de personajes secundarios maravillosos y de unas escenas inolvidables.

William Manny entró a formar parte de mi colección de mitos iconográficos que pueblan mi fantasiosa y optimista mente sideral, aquella que no está en contacto con la inmensidad de este mundo.

Desde el inicio al final, cada fotograma rezuma ARTE, y revestido además de una sencillez tan bella que le da un plus más.

Todo camina perfecto en esta cinta, incluso la también sencilla y maravillosa música compuesta por las pocas notas de una guitarra tocada también por la prodigiosa mano de este genial ARTISTA.