Hubo una época, ya bastante lejana, más de treinta años, en la que sentía verdadera adoración por las proezas de las exploraciones decimonónicas y aún de principios del siglo veinte. Pues para estas personas con ese gusto por los viajes por medio mundo tenemos "Las montañas de la luna", que versa sobre los intentos de Richard Burton (Patrick Bergin) y John Hanning Speke (Iain Glen), a mediados del XIX, sin especificar fechas concretas, por hallar las fuentes del Nilo. Rodada en Inglaterra y África, especialmente en Kenia, sobresale por sus parajes naturales y por el realismo que se le trata de conferir a toda la aventura. No esperéis aquí nada políticamente correcto, al contrario, con un papel nulo del elemento femenino, salvo como pareja romántica, la ligerísima crítica al colonialismo o la imagen poco idealizada de los nativos del continente negro. Así que por este lado, bien.

Sin embargo, a pesar del buen material del que parte, y en concreto la novela de 1982 "Burton y Speke", de William Harrison, "Las montañas de la luna" se queda corta. A este relato, que juega en parte a imitar clásicos como "El hombre que pudo reinar" (1975), le falta grandiosidad, épica y genuino sentido de la aventura, y en cambio le sobra una sosa historia de amor que no aporta nada, además de la mano de una actriz tan poco agraciada físicamente como Fiona Shaw, así que no es agradable de ver. De hecho, la película se estanca por momentos y esto llevó a que en su momento tuviera poco pegada, recaudó menos de la cuarta parte de los 18 millones de dólares invertidos. Con todo, su principal problema es una trama que no sabe muy bien qué contarme, si la aventura de una exploración, una historia de amistad, un documento etnográfico o un postizo romance gay.