Hacía tiempo que venía pensando que rara vez merece una película la nota más baja, el uno, no porque tengan algún mérito sino porque hay obras tan y tan nefastas que sólo para ellas se debe reservar esta calificación. Esto es lo que sucede con "Swiss Army Man", un trabajo delirante, absurdo y de pésimo gusto, que fijaos cómo tiene que ser de basurienta que en el Festival de Sundance, con la de memeces rayadas que tienen que proyectar ahí, hubo abucheos, protestas y gente que abandonaba la sala ante lo que estaban viendo. Se supone que es graciosa, tierna y profunda pero en realidad es la historia de dos tíos moñas haciendo el ganso y hablando de pedos y cosas por el estilo. Con la excusa de que es surrealista nos ensartan una ristra de paridas estúpidas que por si fuera son repulsivas o al menos desagradables, con excrementos, vómitos y putrefacciones variadas.

Imaginaba que iba a ser un poco mala pero no tanto. Sin embargo eso no me detuvo porque el largometraje contaba con el anzuelo femenino de mi querida y atractiva Mary Elizabeth Winstead. Bien, vale, en una isla desierta no tiene dónde esconderse así que va a salir bastante. Empiezo a verla, pasan los minutos y nada. Así como a los quince sale en una foto en el móvil. A la media hora el mismo truco. Me estoy cansando. Como a los cuarenta y cinco minutos hablan de ella y pienso: "Este es el momento". Pero va y sale... ¡Paul Dano disfrazado de ella!, ¡Qué asco es esto! Ahora me río pero entonces me sentó como una patada en la entrepierna. La película sigue y a la hora sale otra vez el pringado ese travestido, y en el móvil. Total, que no sale hasta la hora y cuarto, y la película no llega a la hora y media. Calculo que en pantalla no llegará a los dos minutos. Qué estafa.