Lo sé, no soy muy original pero es que el título te lo sirve en bandeja: hay que hacer un verdadero sacrificio para pasar de la media hora de visionado. Yo que nunca lo hago, estuve tentado de quitarla pero mi intento de golpe de estado fílmico no fue compartido, así que me la tuve que entregar enterita. Vaya tostón más pretencioso e insustancial. Que conste que le tenía ganas a Andrei Tarkovsky por algunas de sus frases que le había leído y porque un ruso que se exilia de la Unión Soviética se gana automáticamente mi simpatía. Ahora que lo conozco y siendo cruel, lo que pasa es que lo echaron de su país por plasta, operación que se volvió a repetir en Italia y en Suecia hasta acabar en Francia, donde falleció en el mismo 1986.

Bromas aparte, lo de su periplo vital por media Europa, tenemos un cineasta que sigue la senda de los clásicos más pedantes, como Kurosawa, Ozu y sobre todo, Bergman, cuya influencia es obvia. Aunque también me ha recordado al teatro ruso del enorme Anton Chejov por la puesta en escena. Sin embargo, no esperéis un "Tío Vania" (1897) o "El jardín de los cerezos" (1904), ni tampoco alguna de las obras de Woody Allen, con las que se asemeja, llenas de vida, humanidad y profundas reflexiones. En "Sacrificio" no hay un sólo momento sincero, ni un sólo pensamiento atinado, tan sólo disgregaciones de las que hacen los borrachos y metáforas oscuras. En definitiva, una obra estridente, aburridísima, antinatural y ridícula.