Retrato algo blandito aunque bienintencionado de los Estados Unidos a lo largo de buena parte del siglo XX e inicios del XXI, desde los años 20, en una plantación en Georgia, al 2008, con la elección de Barak Obama, que se centra en exclusiva en la situación de la comunidad negra. Cecil Gaines (Forest Whitaker) es un mayordomo que llega a atender a varios presidentes del país pero que si no fuera porque le sale un hijo rebelde, pasaría olímpicamente de la cuestión racial, así como de la política. De hecho, la película funciona mejor con un Cecil Gaines padre y cuando se dedica al conflicto generacional, que como cuando es un servicial empleado en la Casa Blanca. Tampoco en el tema racial se desmarca de lo que es una exposición documental de los hechos. No pretende responder a nada, porque tampoco se hace preguntas. Película correcta, de esas oscarizables aunque al final no tuvo ni una nominación, pero que ni arriesga ni profundiza nada.

Y ahora un apunte político. Aclaro que en Estados Unidos, lo que ha habido siempre es liberalismo, luego tanto republicanos como demócratas son de izquierdas. Ahora bien, históricamente el liberalismo de los primeros ha sido más templado, es decir, más conservador, que el de los segundos, motivo por el cual se ha medio aceptado considerarlos de derechas e izquierdas respectivamente, aunque habría que decir "más de...". Pues bien, el partido esclavista, racista y segregacionista ha sido el demócrata. Por ejemplo, ¿quiénes gobernaban en Georgia? El partido de Obama, pero no sólo en los años veinte sino desde 1872 al 2003, ¡131 años seguidos! Otro dato, además de Luther King y de los cientos de muertos en disturbios, los del FBI liquidaron al menos a 40 miembros de "Panteras Negras", porque fueron considerados "la mayor amenaza para la seguridad nacional", lo cual confirma que el asesinato político es típicamente de las democracias.