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Aventuras Un marinero aventurero es abandonado en un bote a la deriva a causa de un motín. En medio del mar, y a causa del sol, pierde el conocimiento, que recobra ya cuando está en una pequeña isla bajo los cuidados de un curandero indígena y de un comerciante alemán. El aventurero pronto se hace con la confianza de los indígenas, a quienes enseña nuevas costumbres y a defenderse de los piratas. Así, consigue también el control sobre la ... [+]
14 de diciembre de 2012
0 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchos al censurar el colonialismo parece que piensan que en el momento de rechazarlo se levanta una muralla que blinda herméticamente un territorio de la ambición de futuros conquistadores. Sin embargo, una vez los medios de transporte lo permiten, hay beneficios económicos y se ha establecido una comunicación mínima, cualquier territorio se verá invadido por aquellos con los suficientes medios y ambición, en este caso, el hombre blanco. Así, nos guste o no, llegarán a esas paradisiacas islas del pacífico, piratas, aventureros o compañías comerciales, sin más objetivo que el lucro y sin ningún tipo de miramientos con los nativos. De tal modo que la única solución a tremendo desastre sea precisamente la que se dio históricamente, o sea, la colonización por parte de una potencia con suficientes recursos para impedir que estos desmanes ocurran. Así que, los que se oponen al colonialismo que lleven sobre su conciencia la responsabilidad de los saqueadores, y no los que somos colonialistas. Ya sé que la colonización en sí no garantiza nada ya que todo depende de la política que se lleve a cabo, si tradicional (derechista( de respeto a los pueblos autóctonos, o de progreso (izquierdista) que implica la explotación económica, con todo lo que ello conlleva, pero sí que es la única posibilidad, el marco que puede permitir la opción correcta.

Pues como apuntaba, nuestro David O'Keefe (Burt Lancaster) se dirige a la isla de Yap, ni más ni menos, que para explotar a las razas inferiores, según su terminología. Es cierto que el personaje cambia y a la postre se reconcilia con los isleños, como si de algún modo rechazara sus iniciales proyectos empresariales, pero aún así, durante bastantes minutos, la sensación que tiene el espectador es que está viendo una descarada apología del latrocinio y del engaño por medio de espejos y cachivaches. Hay un momento incluso en el que el propio David se congratula explicando que "la vida tradicional quedó rota. Conseguí que trabajasen". Espeluznante. Mientras tanto, todo personaje que sale aquí queda prendado del escultural Burt Lancaster. Pero si hay incluso por ahí un jefe nativo que se llama Bujarrón (o algo parecido). En cambio, a David y a mí quien nos gusta es Dalabo (Joan Rice). Es más, si llega a saber que para lavar su deshonra se tiene que casar con ella, la besa antes. Aunque, más que por guapa, yo creo que David se prenda de ella por su inteligencia y habilidad. Si no, fijaos como sin tener ni idea, es capaz de vestirse y peinarse de un modo tan complicado como si fuera una elegante parisina, en un minuto. Ya puestos, esta moda de los 70 y 80 es la más bonita del XIX aunque sigan sin darse cuenta que más que esos zapatitos lo que se llevaba ya precisamene en esa década eran botas.

Sobre la película en si no merece la pena hablar mucho. La típica aventura de los años 50, con cierta gracia, pero poco seria. Demasiado antropológica, con un romance en exceso alargado y una trama con idas y venidas de una isla a otra y de allí a Hong-Kong que le hace romper completamente el ritmo. Otra cosa distinta es el marco político-histórico y las referencias al propio David O'Keefe, por si alguien no se ha dado cuenta, un claro inspirador de Corto Maltese. Porque este marino fue un personaje real y esta obra, su biografía, aunque con las típicas correcciones para que diera el perfil de héroe. Para empezar, era irlandés y no nació en Savannah sino que emigró a esa ciudad de los Estados Unidos. Luego se hizo tan rico y poderoso que se consideró el rey de la isla, pero no que fuera coronado por los agradecidos nativos. Por último, el "romántico" O'Keefe se casó con una indígena pero se les ha olvidado contar que se dejó en Savannah mujer y una hija. Por otro lado, lo que es la trama histórica no parece tener ninguna relación con la realidad de los hechos. ¿Qué hacen por Yap los alemanes o los portugueses? Porque esta isla existe y pertenecía a lo que en aquellos años eran las islas Carolinas, que desde 1686, y hasta 1526 según otras fuentes, estuvieron bajo soberanía española, hasta 1899. Luego, ¿que hace O'Keefe usurpando nuestros dominios?
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