"Qué les pasa a los hombres" tiene la rara virtud de ponerte de una mala leche en el menor tiempo posible. La culpa, la cantidad de estupideces por segundo. Ese principio en el que la niña es "consolada" con una serie de memeces por su mama tras ser pisoteada por un fresco revela el deterioro al que han llegado las mujeres. Aunque no estoy convencido del todo de que este pensamiento femenino abunde por nuestras tierras y ni siquiera tampoco al otro lado del charco. Aún así, la tendencia hacia las situaciones descritas es muy fuerte y cada vez serán más habituales. De todos modos, no me extraña que siendo los Estados Unidos, junto a Inglaterra, el pionero del movimiento feminista y tras décadas de aplastamiento obligatorio las mujeres en aquel país estén completamente desquiciadas. La clave de su lastimosa situación es que la modernidad las ha triturado por completo en tres aspectos fundamentales: ha perdido su estatus, se ha igualado al hombre y ha desaparecido el marco tradicional de referencia en las relaciones personales. Aunque para ser justos de todo esto no tiene sólo culpa la mujer sino también el hombre. Ellas insisten, pero también los varones han aceptado con demasiada ligereza esta transformación. Sí, es el hombre el que está evolucionando mucho más que la mujer, a la que le cuesta adaptarse a los nuevos tiempos y no al revés, como la inmensa mayoría cree.

Antiguamente, la mujer tenía un estatus muy elevado, un valor extraordinario. Durante milenios ella ha sido el premio y nosotros hemos tenido que batallar para conseguirlas. Es decir psicológicamente se situaban en un plano superior lo que les hacía tener una autoestima mucho más alta. Y esta posición la tenían, primero, porque eran diferentes a los hombres, y segundo, porque existían unas normas tradicionales que las amparaban. Por ejemplo, si una chica no quería acostarse contigo, era una joven como tenía que ser y tú un cerdo por proponérselo. Ahora si no quiere, es que es una retrógrada. Pero hoy día, estatus, desigualdad y normas tradicionales han desaparecido. El hombre compite en plena igualdad con la mujer, no le tiene ninguna consideración y además impone sus propias reglas. Por ejemplo desde no querer casarse hasta sexo a la primera o una relación "abierta" son ya opciones legítimas a las que ellas no tendrían por qué oponerse. No todos, evidentemente, pues aún existimos los de la vieja escuela, pero cada vez habrá más hombres modernos que las atormentarán. Esta guerra de guerrillas genera en las mujeres una gran inseguridad por la falta de normas y por la inversión de roles que conlleva. Además, cuanto más guapa, más insegura pues si le están diciendo que hay que valorarlas por su inteligencia y no por su físico, ¡horror! su belleza no le sirve de nada.

Muchos consideran machista la película lo cual es de lo más idiota. Su argumento es que estas mujeres lo que desean es cazar a un macho para que las haga feliz. Supongo que si solamente buscaran a los hombres para pasar el rato serían feministas. Lo acepto, pero con lo condición de que en los hombres fuera igual. El que las usa para pasar una noche sería feminista y el que quiere "cazar" a la mujer de su vida, machista. En realidad, casi todo el mundo quiere encontrar a su media naranja por mucho que insista la progresía en que esto esté anticuado, entre otras razones porque ni entienden, ni les interesa lo que es el amor. Lo que llama la atención es que mujeres jóvenes, guapas, con dinero y posición no encuentren a su hombre. ¿Os imagináis que en vez de estas Scarlett Johansson y compañía estuvieron los George Clooney, Ralph Fiennes y Brad Pitts llorando por su poco éxito con las mujeres? Pues que no se lo creería nadie. Contra lo que pueda pensarse, la película es totalmente feminista (en un momento dado, Gigi lo reivindica), no sólo porque aceptan el marco antes explicado sino la propia inversión de roles. Ellas se comportan como los hombres y ellos como las chicas. Son ellas las que "conquistan", las que es esfuerzan, las que llaman, las que se ofrecen, las que hacen el ridículo, las que van detrás como tontas, cosas que hemos hecho nosotros desde siempre. Aquí, ellos esperan, y ya está.

Con todo lo dicho, da pena ver a estas chicas absolutamente perdidas. Por ejemplo, con permiso de una Jennifer Connelly cercana a los 40 y demasiado delgada, la más guapa de todas es la camarera rubia Kelly (Busy Phillips) que está como un tren. Pues esta joven, como muchas otras, no entiende que podría tener a chicos estupendos a sus pies a patadas siempre y cuando se valorase a sí misma. Es decir, debería ponerse ante el espejo y decir: "Además de otras virtudes soy guapísima, soy una mujer y como tal, soy una bendición caída del cielo para el hombre que esté a mi lado. No soy un hombre y no quiero que se me trate igual que ellos, sino mejor y que me pongan en un pedestal que es donde debo estar. Además, no voy a pasar por el aro de la progresía. Quiero un hombre para casarme y formar una familia, quiero a alguien a quién amar y que ame, que esté dispuesto a todo por mí, que me venere. Que no me desee solo por mi cuerpo, ni por mi físico. Así que a todo el que me pretenda se lo voy a hacer pasar canutas, a ver de que pasta está hecho, si es un tipejo o alguien que valga la pena, haber si puede esperar o si no hay sexo se va corriendo. Y como lo valgo, puedo escoger y el que no de talla lo mando a freír gárgaras. He dicho". Claro que para este discurso tiene que ser completamente reaccionaria, lo que es anatema hoy día. Así que ha seguir sufriendo y a ser tratadas como a la mierda.