Steve Carell se pone serio, no es la primera vez, para una comedia dramática romántica que tiene poco de lo último y menos de lo primero, así que queda más en lo segundo, un toque de drama que bien podría haberse desarrollado si esa hubiera sido la intención de Peter Hedges. Pero no, "Como la vida misma", título que nos remite en su traducción española a otra del 2010 protagonizada por Katherine Heigl, no confundirlas, es una película blandita, casi para toda la familia, que trata de ser agradable en medio de la adversidad, y la mayor parte del tiempo lo consigue, pero que no se sale ni un milímetro de lo establecido. Lo cierto es que el recurso de reunir a muchos personajes en un mismo espacio o casa, casi siempre familiares, da mucho juego pero aquí no termina de funcionar. Es decir, que viene a ser una copia empobrecida de "La joya de la familia" (2005).

Por desgracia "Como la vida misma" tiene algunas cosas que no me cuadran. Una de ellas la desarrolla muy bien el usuario huineman, una visión impulsiva, superficial y hedonista de la vida bastante habitual en el cine porque está incrustada en nuestra sociedad. Pero hay más, por ejemplo, que me quieran vender que Cara (Britt Robertson) realmente quiere a ese muchachín. Si de verdad lo hiciera no iría pregonándolo por ahí, el amor cuando es real, y especialmente en la adolescencia, es demasiado intenso como para poder verbalizarlo (SPOILER). Pero voy a otro asunto. El error más grave de esta obra es que de nuevo vuelve a fallar el romance. En ningún momento me creo que el protagonista se enamore perdidamente de esta señora en unas pocas horas y menos aún, que el hermano, lo haga cuando nunca lo ha hecho. Esto, Emilly Blunt, muy guapa, pero un personaje idiota.

Pero lo de Mitch (Dane Cook), el hermano de Dan (Steve Carell), merece un punto y aparte. Resulta que el tío nunca se ha enamorado, a pesar de tratar con bombones de todo tipo, se supone, en forma de modelos (doble de cine), azafatas y animadoras, yo cada vez que colocan a estas chicas, especialmente a las animadoras, convertidas en trozos de carne para la satisfacción sexual del protagonista o el varón que pasa por ahí, además de ponerme de mala leche, le bajo un punto a la película. Pero sigo, el tal Mitch ha tenido un montón de ligues, nunca se ha enamorado, nunca lo han dejado, es él el que les da la patada y luego llega una petarda, una vieja, lo siento por Juliette Biniche, ocho años mayor que el señor Cook, y el tío pierde la cabeza. ¿Por qué? ¿Porque viaja? Al final, es siempre lo mismo, premio para la mujer libre-igualitaria y palos para la femenina-sexista.