Toda la historia intentando copiar a los franceses y ahora resulta que estos lo que quieren es ser españoles. De hecho, el peloteo a base de tópicos a nuestra tierra incluye necesariamente algunas puyas antifranquistas, por ejemplo, las 15 horas de trabajo al día cuando ya en 1944 había quedado fijado un máximo semanal de 48 horas, para esconder que se está alabando a una cultura, unas gentes y un país, que es precisamente el del Caudillo. Ahora bien, yo como soy tremendamente reaccionario no soy nacionalista, motivo por el que el intercambio de clichés o los elogios me dejan indiferente. En cambio sí me molesta la pertinaz teoría de que los ricos son unos estirados y unos infelices mientras que los pobres, pese a sus estrecheces, son la alegría de la huerta. La conclusión es obvia: es mejor ser de las clases bajas.

Pero ¿Sabéis que os digo? Que Cher Horowitz (Alicia Silverstone) de "Fuera de Onda" (1995) no es precisamente como dibujan a estos burgueses parisinos, sino toda júbilo además de clase y verdadera distinción. Si es que es una bobada pensar que si se tiene pasta y buen gusto, estás en estado vegetal, especialmente si eres mujer, sobre la que se vuelve a cargar las tintas, presentándolas como unas tontas inútiles. Dicho esto, y teniendo en cuenta que el romance que se insinúa, veremos a ver hasta donde llega, tiene 24 años de distancia entre los protagonistas, además de la falta de algo más de atractivo para el galán de mi Natalia Verbeke, María aquí, "Las chicas de la sexta planta" no está tan mal. El doblaje en español le resta lógica pero no es fatal. Se deja ver aunque sea demasiado naíf, progre y poco creíble.