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Voto de Reaccionario:
6
Comedia David Shayne es un autor teatral fracasado que, por fin, consigue financiación para una de sus obras. Pero a cambio tiene que aceptar una condición: darle un papel secundario a Olive, la incompetente novia del productor, el gángster Nick Valenti. Olive acude a los ensayos acompañada de su guardaespaldas Cheek, que, lejos de limitarse a vigilarla, se permite sugerir cambios para mejorar la obra. A fuerza de ceder a los consejos de Cheek, ... [+]
13 de marzo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia con un punto de drama sobre el mundo del teatro pasado por la mafia a cargo de Woody Allen, que en esta ocasión se limita a la dirección y al guión. "Balas sobre Broadway" podría haber sido una de las triunfadoras de la noche en la ceremonia de los Oscars pues contaba con siete nominaciones, aunque no a la mejor película, sin embargo sólo se llevó estatuilla Dianne Wiest, a la mejor actriz de reparto. En cualquier caso nos encontramos en el Nueva York de mediados o finales de los años 20, no se especifica pero por la moda parece evidente, y con un joven dramaturgo al que se le presenta la oportunidad de su vida: estrenar una obra en Broadway. Sin embargo, no todo es tan sencillo ya que el productor es un mafioso que lo único que quiere es complacer a su amante, una insoportable cabaretera que se empeña en ser una gran actriz cuando en realidad es nefasta. Aunque entre nosotros, cuando Olive Neal (Jennifer Tilly) parece que no puede ser más desagradable hace algo con lo que su personaje comienza a caernos simpático.

Como se ve, el argumento es jugoso, hay situación cómica porque el director no puede prescindir, bajo amenaza de muerte, de la susodicha Olive. A esto hay que añadirle unos diálogos atinados, mucha ironía y sobre todo una feroz sátira sobre el mundo del arte en general. El "artista", o mejor dicho el que se tiene por tal pero sin serlo, corre el riesgo de ser simplemente un pedante, un histérico, un idiota e incluso lo peor, un monstruo moral. Recordemos que Hitler también se creía un artista y posiblemente lo fuera. La renuncia a ser un "artista" de Allen es muy grande. De hecho, tampoco es un gran paso cuando nos damos cuenta de que ser un artista es cuestión de talento no de voluntad. Si no lo eres, no lo eres por mucho que pretendas. Sin embargo, la película no acaba de ser redonda. Como dice el crítico del "Chicago Reader", el argumento se hace algo mecánico, además de disperso, no se explota a fondo la comicidad de la situación y la reflexión sobre la obra de teatro resulta espesa porque no nos enteramos bien de qué va. Una lástima.
Reaccionario
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