De entrada es una historia un poquito cruel para niños pero es que además como que pega poco con el espíritu Disney. Tarzán según la mente de Edgar Rice Burroug es la apoteosis del hombre en general y el hombre blanco en particular, pero siempre bajo una óptica darwinista, en la línea de un Jack London, con elogio a lo salvaje y lo primitivo, más allá del decadente mundo burgués. Como no podía ser de otra forma, Kevin Lima y Chris Buck le dan un acicalado al original para convertirlo en algo políticamente correcto, en la onda ecologista e indigenista que tan buena acogida tiene. Sin embargo, el resabio que me deja es el de la degradación del ser humano genérica y la específica de la mujer, simbolizada por Jane. ¿Eso es un final feliz? Venga ya (SPOILER).

Evidentemente la factura técnica de la obra es notable, especialmente el dibujo, lleno de color, y la banda sonora a cargo de Phil Collins. Ahora bien, el resto se debate en un quiero y no puedo, en un vano intento de ser romántica, profunda o divertida. No sólo es peligrosamente cursi por momentos sino que le falta humor. Es más, cuando te ríes no es de la película, sino de Tarzán deslizándose por las ramas como si estuviera haciendo skateboard pero sin skate. Hay alguna pega más, como Terk, la que debiera ser su pareja aunque sospecho que es lesbiana, pero me interesa más Jane. Así de frente es mona pero les ha salido con un perfil un poco feo, no como a la madre de él. Eso sí, look interesante aunque mucho mejor si le hubieran puesto unas botas más altas.