Media votos
6,9
Votos
1.956
Críticas
372
Listas
2
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de Sandro Fiorito:
7
6,0
1.165
Drama
La policía llega a un barrio burgués de San Diego, donde un extravagante individuo ha levantado barricadas delante de una casa, en la que retiene a algunos rehenes. Gracias a los testimonios de los vecinos, el detective encargado de la investigación consigue datos sobre la extraña vida y aficiones del secuestrador. Producida por David Lynch y estrenada en el Festival de Toronto de 2009. (FILMAFFINITY)
18 de marzo de 2011
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inclasificable película dirigida y escrita por Werner Herzog (“Aguirre, la cólera de Dios”, 1972) en colaboración con Herbert Golder, y producida por David Lynch, hecho que garantiza que nos encontramos ante un producto diferente, arriesgado, excéntrico, controvertido y especial, pues el flamante director/productor de “Twin Peaks” (1990) o “Inland Empire” (2007), pocas veces se atreve a respaldar un producto que no lleve el aroma de su sello personal. Apenas dos días después del estreno de “Teniente corrupto” (2009) en el Festival de Venecia, Herzog presentaba su segundo largometraje del año en el mismo evento: “My son, my son, what have ye done”, un atípico y místico relato inspirado en hechos reales sobre el atrincheramiento de un hombre en una casa, después de confirmarse que es el sospechoso de un asesinato en los alrededores de un pueblo cercano a la frontera mexicana.
La historia comienza enfocada desde la perspectiva de dos detectives de homicidios, Hank Havenhurst (Willem Dafoe) y Vargas (Michael Peña), quienes deberán negociar con el asesino, Brad McCullum (Michael Shannon), ante las puertas del domicilio en el que se resguarda el criminal, asegurando tener dos rehenes consigo. Así pues, el agente Hank, en su papel de negociador, deberá estudiar la psicología del sospechoso, hablando además de con el susodicho, con su novia Ingrid (Chloë Sevigny) y con Lee Meyers (Udo Kier), el director de una obra de teatro en la que intervenía como protagonista. El argumento se desarrolla alternando toda una serie de “flashbacks” que retratan las circunstancias que llevaron a Brad McCullum a sufrir un drástico cambio de personalidad, y cómo vivía totalmente controlado por su madre, con el ambiente vivido en el exterior de la casa, rodeada por varias patrullas de policía que esperan la llegada de un equipo SWAT.
La cinta está compuesta por un negrísimo humor que satiriza la radical filosofía de su atormentado y enmadrado personaje principal, envuelto por una locura que le lleva, continuamente, a mostrar lo contradictorio de sus tesis religiosas: cree ser musulmán, mientras se fascina con una canción de música gospel y pide a sus negociadores pizza de chorizo para comer. No quedan claras las intenciones de Herzog en este trabajo, en el que se busca desarrollar una historia aparentemente convencional desde una perspectiva distinta, muy original, con un ambiente gustosamente extraño y con algunas escenas incluidas en el metraje que, si bien se disfrutan por su rareza, resultan absurdas y sin ningún tipo de sentido. Recuerda, en pequeña medida, a la otra cinta que Herzog rodó ese mismo año, el remake (o mejor dicho, versión alternativa) “Teniente corrupto”, película con la que no sólo comparte una fría y seca fotografía, sino también lo disparatado de algunos de sus minutos: algo que, precisamente, define el estilo propio del experimentado realizador alemán.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
La historia comienza enfocada desde la perspectiva de dos detectives de homicidios, Hank Havenhurst (Willem Dafoe) y Vargas (Michael Peña), quienes deberán negociar con el asesino, Brad McCullum (Michael Shannon), ante las puertas del domicilio en el que se resguarda el criminal, asegurando tener dos rehenes consigo. Así pues, el agente Hank, en su papel de negociador, deberá estudiar la psicología del sospechoso, hablando además de con el susodicho, con su novia Ingrid (Chloë Sevigny) y con Lee Meyers (Udo Kier), el director de una obra de teatro en la que intervenía como protagonista. El argumento se desarrolla alternando toda una serie de “flashbacks” que retratan las circunstancias que llevaron a Brad McCullum a sufrir un drástico cambio de personalidad, y cómo vivía totalmente controlado por su madre, con el ambiente vivido en el exterior de la casa, rodeada por varias patrullas de policía que esperan la llegada de un equipo SWAT.
La cinta está compuesta por un negrísimo humor que satiriza la radical filosofía de su atormentado y enmadrado personaje principal, envuelto por una locura que le lleva, continuamente, a mostrar lo contradictorio de sus tesis religiosas: cree ser musulmán, mientras se fascina con una canción de música gospel y pide a sus negociadores pizza de chorizo para comer. No quedan claras las intenciones de Herzog en este trabajo, en el que se busca desarrollar una historia aparentemente convencional desde una perspectiva distinta, muy original, con un ambiente gustosamente extraño y con algunas escenas incluidas en el metraje que, si bien se disfrutan por su rareza, resultan absurdas y sin ningún tipo de sentido. Recuerda, en pequeña medida, a la otra cinta que Herzog rodó ese mismo año, el remake (o mejor dicho, versión alternativa) “Teniente corrupto”, película con la que no sólo comparte una fría y seca fotografía, sino también lo disparatado de algunos de sus minutos: algo que, precisamente, define el estilo propio del experimentado realizador alemán.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El film entretiene con fluidez durante sus 93 minutos de duración, y es de agradecer que su director apueste por un estilo narrativo diferente al de la media, característico y de entusiasmado seguimiento, a pesar de que a veces su fuerza flaquee en ocasiones en las que se fusionan escenas excesivamente contemplativas con algunas partes del guión menos interesantes. El problema de la pequeña rareza que es en sí esta cinta, es que una vez terminada la película (con varios desenlaces muy bien conseguidos), no queda ningún mensaje, metáfora o dilema para rescatar. Ofrecido el entretenimiento, no queda más, al menos para un servidor, pues seguro algún auténtico entendido del cine sacará más expresiones de aquí que las que yo pueda dilucidar. Respecto al apartado interpretativo, decir que raya a un nivel muy correcto, siendo Willem Dafoe (“Platoon”, 1986) el que más convincente me ha parecido, junto a un buen Udo Kier (“La sombra del vampiro”, 2000) y el protagonista, encarnado sólidamente por Michael Shannon (“Take Shelter”, 2011). Chloë Sevigny no hace demasiado ruido, llevándose el “mérito femenino” la actriz Grace Zabriskie (utilizada por Lynch en “Inland Empire”) en el papel de la madre de McCullum. Se agradecen las apariciones de Michael Peña (“Tipos con suerte”, 2008), un siempre acertado y simpático secundario.
La banda sonora, con música original de Erns Reijseger, incluye una muy buena selección de temas, de entre los que destacan dos rancheras cantadas por Chavela Vargas: “Valente Quintero” y “Gabino Barrera”; además de la inclusión de mantras tibetanos (Werner Herzog ya mostró su interés por el budismo en su interesante documental “La rueda del tiempo”, 2003) en una de las escenas y algunos temas propios como el grandioso, relajante, absorbente y espiritual “Leaving yout earthly possessions”.
La banda sonora, con música original de Erns Reijseger, incluye una muy buena selección de temas, de entre los que destacan dos rancheras cantadas por Chavela Vargas: “Valente Quintero” y “Gabino Barrera”; además de la inclusión de mantras tibetanos (Werner Herzog ya mostró su interés por el budismo en su interesante documental “La rueda del tiempo”, 2003) en una de las escenas y algunos temas propios como el grandioso, relajante, absorbente y espiritual “Leaving yout earthly possessions”.