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Voto de Sandro Fiorito:
8
Comedia. Drama Philippe, un aristócrata millonario que se ha quedado tetrapléjico a causa de un accidente de parapente, contrata como cuidador a domicilio a Driss, un inmigrante de un barrio marginal recién salido de la cárcel. Aunque, a primera vista, no parece la persona más indicada, los dos acaban logrando que convivan Vivaldi y Earth Wind and Fire, la elocuencia y la hilaridad, los trajes de etiqueta y el chándal. Dos mundos enfrentados que, poco ... [+]
21 de marzo de 2012
38 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vamos directamente a por sus personajes. Son el claro ejemplo de que los polos opuestos se atraen, de que es más lo que nos une que lo que nos separa, pues siendo ambos completamente distintos activan por obra y gracia del siempre imprevisible juego del destino una extraordinaria, entrañable y divertida relación. Phillippe (François Cluzet) es blanco, tetraplégico, millonario, bien posicionado y de buena familia, amante del arte en general y de la música clásica y la poesía en particular. Driss (Omar Sy) -su cuidador- es negro, goza de una salud plena, se encuentra (o encontraba) en paro, pertenece a una familia deshecha que vive en un barrio marginal, y le encanta escuchar y bailar funky. Ambos coinciden en lo principal: son unas bellísimas personas, alegres y especiales, cuya máxima es la de poder disfrutar de la vida.

Driss irrumpe en la soporífera monotonía de Phillippe para tirar a la basura la bandera de la hipocresía o ignorancia que enarbolan muchos de los llamados tolerantes y/o conocedores del drama que suscita cualquier tipo de discapacidad. Lo verdaderamente doloroso de cualquier afectado por un problema de estas características no es sólo la desgracia que le ha sido impuesta sino la errónea percepción de la gente que les rodea, empeñada en hacer ver a esa persona como alguien distinto y dispensándole por ello un trato diferente y excesivamente protector. “Intocable” rompe esas barreras y nos saca de nuestro letargo para que nos atrevamos a descubrir por nosotros mismos la realidad de las cosas desde una óptica alejada de los tópicos, en esta historia inspirada en hechos reales que se digiere con entusiasmo, entre sonrisas y carcajadas, con el corazón en un puño y la alegría haciéndolo latir con emoción. El buen rollo se apodera de la cinta y uno se siente profundamente ligado a sus personajes, interpretados con absoluta brillantez por dos inmensos François Cluzet (“Pequeñas mentiras sin importancia“, 2010) y Omar Sy (“Corresponsales especiales“, 2009).

Ellos son los pilares de una película que Olivier Nakache y Eric Toledano (“Aquellos días felices“, 2006) han manejado con pulso firme, manteniendo el metraje libre de lagunas y contundente en el recorrido directo hacia nuestras emociones. La película se disfruta muchísimo y su espíritu nos invita a afrontar la vida tumbando los muros del prejuicio racial, social o de cualquier otra condición para mostrar cómo ni siquiera aquello que consideramos como el problema más grande puede ser capaz de derrumbarnos si somos capaces de mantener lo que más transmite esta película: optimismo y alegría.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sandro Fiorito
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