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España España · Barcelona
Voto de David MS:
10
Intriga. Drama Siglo XIV. Fray Guillermo de Baskerville (Sean Connery), monje franciscano y antiguo inquisidor, y su inseparable discípulo, el novicio Adso de Melk (Christian Slater), visitan una abadía benedictina, situada en el norte de Italia, para esclarecer la muerte del joven miniaturista Adelmo de Otranto. Durante su estancia, desaparecen misteriosamente otros monjes que después aparecen muertos. (FILMAFFINITY)
29 de agosto de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Publicada en 1980, El Nombre de la Rosa es una novela multiventas de Umberto Eco, también conocida por muchos debido a la versión cinematográfica de la que se encargaría el francés Jean-Jacques Annaud seis años después. Director que le venía al pelo a la producción, capaz de llevar a cabo en sus largometrajes entretenidas tramas de ficción dentro de contextos históricos, prueba de ello, películas como En Busca del Fuego o Enemigo a las Puertas. Presupuestada en 20 millones de dólares, es una producción ítalo-franco-alemana con reparto internacional, el integrado por un Sean Connery que con este film resurgiría tras una mala época, un joven Christian Slater, el por entonces de moda F. Murray Abraham, y un habitual del cine de Annaud como Ron Perlman entre otros.

En la crítica dejaré de lado toda comparación con el libro, primero: porque para empezar no lo he leído, segundo: porque no me gusta hacer comparaciones entre dos medios tan diferentes, además de lo repelente que me resulta escuchar siempre la frase "el libro estaba mejor" o "han cambiado esto y lo otro". No sé si es el caso de El Nombre de la Rosa, pero cualquiera debería admitir que es complicado plasmar en dos horas de duración las 533 páginas del libro de Umberto Eco.

Cuenta la historia del monje franciscano Guillermo de Baskerville (Connery) y su discípulo Adso (Slater) en su llegada a una abadía donde se están cometiendo una serie de crímenes, que la pareja protagonista investigará (como cada película de suspense, mejor no dar muchos detalles, de paso espacio que me ahorro de rellenar).

Antes de darle al 'Play', El Nombre de la Rosa puede parecer un plomazo, con tanto monje, cardenal y cura dando vueltas por una abadía. Nada más lejos de la realidad, la película de Annaud estaría cerca de productos hoy de moda como la serie Sherlock, o los pasajes más aventureros de Indiana Jones. Encontramos pues un protagonista investigador sabelotodo, acompañado de un fiel escudero novicio en su lucha por investigar un enmarañado caso. Es mi manera de decir que las apariencias engañan y que, bajo su aspecto de dramón, se encuentra una excelente cinta de misterio y aventuras de lo más entretenida, aunque para alabar El Nombre de la Rosa no hace falta ponerse tan contemporáneo, virtudes le sobraban ya en el momento de su estreno.

Las virtudes empiezan por la labor del director, un Jean-Jacques Annaud de corte clásico, con una narrativa muy explicativa para no perder nunca el hilo, y con unas certeras escenas de suspense, en especial durante el desarrollo de la investigación del caso que llevan a cabo Guillermo y Adso, momentos de la película centrados en la trama ficticia que ofrece la novela de Umberto Eco. Después encontramos las connotaciones dentro de la misma trama, con un Annaud más edificador y aleccionador, retratando la realidad de citada época y los aspectos oscuros de la iglesia. En todo caso, tanto en la parte ficticia como en la real, el director francés se muestra competente, recreando de manera perfecta tanto la trama, así como sus personajes y el entorno que les rodea, también parte del merito de los cuatro guionistas que se encargaron de adaptar la novela a la gran pantalla.

Al estupendo trabajo de dirección y guión hay que añadir otros que no se quedan atrás y que, en parte, son los que hacen que El Nombre de la Rosa se recuerde con el tiempo, ellos son la escenografía (difícil olvidar las esculturas de la abadía, los laberintos, escaleras, escenas del crimen y bibliotecas), así como la fotografía de Tonino Delli Colli (la condición lumínica de cada uno de dichos escenarios, sea la nubosidad de los claros, como lo tenebroso de los pasadizos secretos). Igualmente satisfactoria la música de James Horner, acompañando las imágenes de manera perfecta, aunque con una banda sonora en un marcado segundo plano.

Para lo último dejo la labor de los actores, empezando por un excelente Sean Connery mereciendo premios importantes (se los llevaría al año siguiente con Los Intocables de Elliot Ness), un prometedor Christian Slater, un serio F. Murray Abraham, una erótica Valentina Vargas, y un formidable Ron Perlman, este último bien recreado y maquillado para la ocasión, al igual que el resto de intérpretes.

Casi perfecta, el único pequeño traspié es un pequeño bajón a partir de la aparición del personaje de Bernardo Gui (Abraham), momentos en los que se deja de lado la aventura para centrarse en un breve juicio, resuelto de manera inmediata para pasar al eficaz y emocionante clímax.
David MS
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