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Voto de caballero blanco:
7
Drama. Comedia Bob Harris, un actor norteamericano en decadencia, acepta una oferta para hacer un anuncio de whisky japonés en Tokio. Está atravesando una aguda crisis y pasa gran parte del tiempo libre en el bar del hotel. Y, precisamente allí, conoce a Charlotte, una joven casada con un fotógrafo que ha ido a Tokio a hacer un reportaje; pero mientras él trabaja, su mujer se aburre mortalmente. Además del aturdimiento que les producen las imágenes y ... [+]
29 de abril de 2009
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por la tarde vio un documental sobre la mantis religiosa.
(Esto no quiere decir nada.)
Salían comiendo y cazando
insectos y otras cosas.
Pájaros y culebras.

Después, más tarde,
le alumbró de forma latentemente inesperada algo que poblaba sus vigilias,
su tiempo, sus luces.
Luces de neón iluminaban los frontales y resquicios de una ciudad dormida en su eterna somnolencia,]
éxtasis vitaminado del Japón,
con sus karaokes, sus no muertos, sus juegos decadentes transversales y desafiando
el filo de la noche naciente, su corazón vacío.
Y vagó sin moverse.
Perdido, adormilado, lúcido, despierto.

(Y visitó cada faro y cada bombilla,
y cada resplandor le cegó,
y después se apoyó hacia la ventana,
y peinó la multitudinaria soledad por encima,
por debajo.)

A semejanza de su semblante,
aquel extraño lugar no era nada más que un estado de ánimo.
Descorazonador, desangelado en su fulgor, condescendiente a la errabundia del viajero que ya no tiene donde ir.
Aquel extraño lugar era el colmo de una traducción desesperada, fútil, baldía,
que nacía para agonizar al instante,
y que hablaba de temblores, cielo yermo, sofocado ímpetu, imposibilidad tenaz.

Se dejó aprisionar por el suelo.
Se tiró cansado, mortal.
Ni siquiera le quedaba el consuelo-solaz de un par de millón de dólares,
o una rubia también adormilada, desvelada, bella, muy bella, con rostro de ángel, o esperanza.
Tenía una sola voz, terca, pero ya marchita,
y un montón de cadáveres como en aquel poema.
(Pero esto no significa nada).

Se quedó mirando a través de la ventana.
Con otro millón de luces parpadeando y no destino.
Y se echó a reír, sin ganas.

Igual me tiro, pensó.
Aunque luego recordó que era tarde, y se fue a dormir.
Aunque luego recordó que no era cuestión de tiempo, y no podía.
caballero blanco
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