A la película no se le puede reprochar nada desde el punto de vista técnico. Los productores no repararon en gastos e invirtieron 200 millones de dólares para que todo quedara perfecto. Sin embargo, sigo pensando que la mejor versión de Robin Hodd es el remake que protagonizó Errol Flyn en los años treinta a pesar de sus mallas verdes. Tampoco le hago ascos a la de Costner en el 91 que me pareció muy entretenida y divertida y también estaba bien hecha. La nueva versión de Ridley Scott la encuentro algo fría y menos emocionante que sus predecesoras. La trama se desarrolla de forma algo confusa por la multitud de personajes que aparecen y que en muchos casos se asemejan bastante físicamente creando cierto lío. Russell Crowe es un convincente Robin Hood con su habitual solidez sin embargo, su interpretación me recuerda mucho a la de Gladiator. Cate Blanchett tampoco lo hace mal gracias a un físico muy particular con esa tez tan blanca y unos rasgos faciales que parece salida del siglo XII en el que se desarrolla la acción. No me gustó cuando participa en la batalla final embutida en una armadura y espada en mano se lanza contra los franceses, no sé hasta que punto esto es verosímil pero a mi me parece muy exagerado y responde más bien a un gesto feminista del guión. El resto del reparto también es aceptable. Tenemos a un recuperado William Hurt que luce un frondoso peluquín. A un encasillado en papeles de malvado Mark Strong, un actor que por su cara puede interpretar cualquier personaje siempre y cuando sea malo. Y Max von Sydow que parece más joven aquí que cuando protagonizó El exorcista. Un actor que se ha pasado la vida interpretando papeles de viejo y que vive por los siglos de los siglos.

En suma casi dos horas y media de película con abundantes escenas de acción demasiado vistas ya en otras cintas de temática parecida como la misma Gladiator, El reino de los cielos (ambas de Scott), 300, Braveheart, Troya... El problema de esta nueva versión de las andanzas de Robin Hood es que su apasionante historia ha sido llevada al cine demasiadas veces (la protagonizada por Costner, la protagonizada por Patrick Bergin estrenada también por esas fechas, la parodia que poco después rodó Mel Brooks, Robin y Marian, la de Errol Flynn, la de Douglas Fairbanks, incluso una excelente versión en dibujos animados) y no había necesidad de volver a hacerlo. El resto lo de siempre una música épica, una fotografía espectacular, unos vistosos títulos de créditos finales y colorín colorado este cuento se ha acabado.